Editorial de El Universal
El narcotráfico en México obtiene ganancias por entre 19 mil y 29 mil millones de dólares cada año, calcula un estudio elaborado por los gobiernos de México y Estados Unidos. Alrededor de 50% de ese dinero entra al sistema financiero. ¿Qué significa esto? Que la mitad de los ingresos que obtienen los narcos termina disfrazada de recursos legales, lo cual impide su rastreo y decomiso. Resulta muy claro entonces que mientras el margen de maniobra de los cárteles sea tan amplio los operativos en las calles servirán de poco para acabar con este negocio.
Para empezar, la cantidad nos habla de una actividad boyante. Incluso si las ganancias de las mafias fueran la mínima posible, 19 mil millones de dólares, esta cifra sería suficiente para desbancar al turismo como la tercera mayor fuente de ingresos en el país, sólo por debajo del petróleo y las remesas, aunque debe considerarse que dentro del rubro de las remesas, 20 mil millones de dólares, muchas corresponden también a recursos ilícitos.
Cuando fue declarado el combate abierto contra el crimen organizado se puso énfasis en la recuperación de territorios dominados por los cárteles. En efecto, hacía falta recuperar esas plazas. Pero después de tres años no existen visos de que los soldados en las calles puedan acabar con el trasfondo del problema. De haberse realizado un diagnóstico preciso antes de iniciar la guerra se sabría que el combate armado es insuficiente. Los decomisos de armas, precursores químicos y drogas no impiden que miles de millones de dólares sean “blanqueados” a través de las operaciones denominadas de “cuello blanco”. Junto con los capos, ¿qué empresario ha sido detenido por “lavar” dinero? Ninguno, o al menos ninguno que se haya presentado públicamente.
La responsabilidad es del gobierno federal, pero también de la Cámara de Diputados, que frenó la aprobación de la Ley de Seguridad Nacional en el pasado periodo ordinario de sesiones, una legislación que, entre otras cosas, se proponía endurecer los controles contra el “blanqueo” de dinero ilícito.
También comparten culpa la banca y otras instituciones privadas que permiten transacciones a sabiendas de que no siempre se acredita la procedencia legal de los recursos que entran a sus arcas. ¿Cómo no detectar la llegada de dinero ilegal superior a lo que genera el turismo en todo el país? No puede existir tanta inocencia en tan poderosos e informados sectores.
Hace falta que gobierno federal y legisladores mejoren el rastreo financiero, pero también que castiguen a los hombres de negocios que ocultan o disfrazan la fuente de sus riquezas.
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