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Un año se ha cumplido desde esa tarde de viernes en Hermosillo, Sonora sin que ningún responsable esté en la cárcel. Cuarenta y nueve niñas y niños murieron asfixiados y quemados y más de setenta resultaron gravemente lesionados por el humo y las llamas de lo que no es posible calificar sino como un criminal acto de irresponsabilidad, de punible ambición económica de parte de las instancias del gobierno local, estatal y federal. En flagrante violación a las más elementales consideraciones de seguridad, de sentido común y del profesionalismo que supone tener a cargo el bienestar de 175 pequeños, la estupidez y la ineficiencia permitieron que se conjuntaran diversos factores que dieron lugar a la tragedia.
Hoy varios centenares de personas se dieron cita en las instalaciones del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), dependencia que irresponsablemente ha fomentado la subrogación de las guarderías infantiles a una caterva de criminales que sólo buscan su beneficio económico, ahorrando en lo esencial y brindando un servicio, ya no digamos muy por abajo de la calidad requerida, sino que pone en serio riesgo la integridad de los infantes a quienes supuestamente protege.
Familiares de las víctimas, ciudadanos solidarios, "activistas" aprovechando la ocasión y cientos de personas más marcharon por la avenida Paseo de la Reforma exigiendo que los involucrados en sesgar la vida a 49 infantes y herido de gravedad a setenta más paguen su culpa, que sean encontrados penalmente responsables por sus faltas producto del descuido criminal y la ambición.
Muchos de los automovilistas que veían interrumpido por unos minutos su tránsito sabatino expresaban con enojo la presencia del contingente. ¿Qué más puede sensibilizar a un pueblo estupidizado por los medios, obnubilado por once imbéciles sobrepagados sobre los cuales los anunciantes de pan blanco y cervezas han intentado poner sobre sus hombros algo que intentan llamar "honor nacional" por patear una pelota? ¿Qué más se necesita que medio centenar de niños ahogados y quemados para despertar la auténtica indignación nacional?
Al llegar a las estrechas calles del Centro Histórico algunas personas se detenían para observar la marcha. Una por ahí levantaba su puño por lo alto en solidaridad, otras aplaudían al paso del contingente, las más seguían indiferentes de frente, preocupadas de sus propios asuntos.
Cuando la columna de la marcha llegó frente al edificio de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) un grupo de granaderos de la Policía Federal fue desplegado para proteger la cerrada puerta del edificio. Varios de los integrantes de la marcha descargaron su furia arrojándoles insultos, escupitajos y botellas vacías.
Minutos más tarde dio inicio un conmovedor mitin en donde niñas y niños recordaron frases y momentos de algunos de los infantes calcinados por el fuego, exigiendo también que se corrija la situación de las guarderías subrogadas del IMSS y que se castigue a los culpables, dando notorio ejemplo de cómo ellos están más informados que muchos de los que ahí estaban presentes.
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