Por Juan Pablo García Noriega
Finalmente conseguí la playera negra de la Selección Nacional. En buen momento para acudir al funeral del Tri.
No voy a hablar del partido, seguro mis compañeros de Fútbol y Sociedad lo harán. Pero voy a hablar del descaro de Aguirre al terminar el partido. El ‘Vasco’ dijo: “Tenemos una gran generación de jóvenes que tenemos que arropar, ir cuidando entre todos…”. Yo me pregunto, ¿se refiere a Guille Franco? ¿A Cuauhtémoc? ¿Al Conejo? ¿O tal vez al Bofo?
¡Si, seguramente se refiere al Bofo! Porque NUNCA pensó en los jóvenes.
A Guardado lo dejó en la banca, o peor, lo sacó cuando era el mejor jugador mexicano en la cancha. Al Chicharito lo sentó cuando debió iniciar. A Jona ni siquiera lo llevó, cuando lo convencieron de participar en partidos que no sirvieron para nada. Y ni hablar de Ochoa: todo México sabía que Sudáfrica era el Mundial de Ochoa. Bien Aguirre. ¡Qué extraordinaria forma de arropar a los jóvenes!
Durante todo el Mundial hice hincapié en la necedad de Aguirre y Carrillo. Hoy añado un nuevo calificativo para su dirección técnica: cobardía. ¡Fueron cobardes! Aceptaron la derrota cuando aún quedaba tiempo frente a Argentina. Volvieron a sacar a Guardado tratando de no llevarse una goleada cuando necesitaban goles para regresar al partido. Y por supuesto, al final entró Franco. Tenía que jugar; era el último partido en Sudáfrica.
Frente a Uruguay – el partido que México debió ganar -, Javier y Mario salieron a especular. Se conformaban con el empate. Sabían que estaban calificados y que si enfrentaban a Argentina tenían todo resuelto: si la albiceleste te gana, bueno, es Argentina. Si le ganas, das la campanada del Mundial. Situación ganar – ganar para la dupla patética.
Uruguay está en cuartos de final y con la mejor posibilidad de colarse a las semifinales al enfrentar a la selección de Ghana.
Ahora los mexicanos – que ahorraron durante cuatro años para poder ir al Mundial – regresan a casa con las maletas llenas de ilusiones rotas.
Aguirre regresa a Miami, o Europa, con sus millones de dólares.
¿Qué pasó señor Aguirre? ¿No que sí se podía?
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