miércoles, 23 de mayo de 2012

¿Podemos creerle?

Sergio Aguayo

Para Elena Poniatowska, cumpleañera y Grande de México.

¿Quién es y cómo gobernará Enrique Peña Nieto? Nos promete una "presidencia democrática"; la evidencia lo contradice.

Estaba Peña Nieto dialogando con los estudiantes de la Iberoamericana el 11 de mayo cuando le preguntaron sobre lo sucedido en el 2006 en Atenco, Estado de México. Asumió la responsabilidad pero mintió al asegurar que "la Suprema Corte" había "validado" su "decisión de emplear [...] la fuerza pública"; de hecho, el máximo tribunal concluyó que "hubo graves violaciones a los derechos humanos". Los jóvenes se encresparon y expulsaron a gritos a Peña Nieto; ahí empezó un movimiento de consecuencias impredecibles.

En los días que siguieron el PRI continuó torciéndole el cuello al rigor informativo. Maquillaron lo sucedido con un video color de rosa, pusieron en duda la legitimidad de los estudiantes e intimidaron a los más activos contando para ello con la complicidad de algunos medios.

El priismo también agredió físicamente a pequeños grupos que intentaron protestar contra Peña Nieto. Lo que sucedió en Córdoba, Veracruz, fue replicado en Saltillo y en Colima: una treintena de manifestantes fue agredida primero por un funcionario estatal y después por unos 80 integrantes del grupo priista Juventud Dinámica. La policía municipal se hizo la desentendida y sólo intervino para detener a siete inconformes.

Durante esa semana Peña Nieto respaldó la tesis de conspiración (la "izquierda orquesta protestas en mi contra") y en ningún momento reconoció que en Atenco su gobierno violó masivamente los derechos humanos ni condenó explícitamente a los militantes de su partido que utilizaron la violencia en las tres ciudades. El lunes hizo una rectificación de fondo cuando presentó ante el grupo de intelectuales y empresarios conocidos como "los preguntones", un Decálogo del Buen Demócrata.


En una maniobra sorpresiva -y tal vez sincronizada- Televisa pasó del silencio o el desdén a una cobertura equilibrada. En el programa de análisis Tercer Grado del pasado miércoles 16 ya hubo críticas al PRI y elogios a los jóvenes y el lunes 21 Carlos Loret de Mola dedicó un amplio espacio a la insurrección juvenil. ¿Bastará un pequeño viraje para apaciguar y desmovilizar a los jóvenes?


Mi primera impresión es que la efervescencia juvenil es un rechazo frontal a una forma de hacer política asociada con el PRI pero imitada, con mayor o menor gracia, por los otros partidos. Están justificadamente enojados por la inseguridad, el subempleo o desempleo, por el manoseo intencionado y permanente que las televisoras y otros medios hacen de la información y con la corrupción y el derroche ejemplificados por la hija del líder petrolero Carlos Romero Deschamps.

Pasemos a la geopolítica de la protesta. La fuerza de este movimiento está en la capital y en las redes sociales: de una protesta de 300 universitarios se pasa, una semana después, a una marcha de 46 mil (cifras de Reforma). El Distrito Federal les ha brindado simpatía y respaldo porque va en nuestro interés hacerlo. En caso de ganar el PRI vendría el asedio sobre una ciudad con una democracia en floración. Me declaro "peñaescéptico" porque entre la promesa de una "presidencia democrática" y los hechos, pesan más estos últimos.


Comparemos al DF con Veracruz y la forma como 12 medios veracruzanos cubrieron la golpiza a los manifestantes que intentaban protestar ante Peña Nieto. A excepción de La Jornada de Veracruz, que dedicó una amplia nota, el resto hizo lo posible por silenciar o minimizar los hechos. Tres medios impresos (entre ellos El Sol de Córdoba) no publicaron absolutamente nada y los otros centraron la cobertura en especular sobre la posible militancia de los inconformes y en resaltar el mensaje de Peña Nieto de que no había que "caer en provocaciones".


En una situación tan fluida es imposible anticipar lo que sucederá. Por ahora lo único cierto es que las elecciones entran en una etapa de turbulencias e incertidumbres, muy propicia para las consecuencias inesperadas. Por ejemplo, el viraje en la política informativa de Televisa tal vez desmovilice a los jóvenes pero es igualmente posible que lleve el germen de la inconformidad a otras ciudades.


En tanto se aclaran las aguas, el PRI y sus candidatos andan inquietos. Peña Nieto primero aceptó, luego canceló y finalmente se presentó en la Cumbre Ciudadana donde subrayó que no habría regreso al México autoritario. En Jalisco el candidato a la gubernatura Aristóteles Sandoval anunció que no se presentaría al diálogo con la comunidad del ITESO (Universidad Jesuita de Guadalajara) el 29 de mayo argumentando la posible presencia de grupos "hostiles" y de "terceros" involucrados.


El PRI de Peña Nieto es un peligro para nuestra incipiente democracia y los jóvenes movilizados son un obstáculo para la tentación autoritaria. Acompañémoslos con respeto a sus tiempos y estilos.

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