Leopoldo Santos R.
La decisión de sacar del aire al programa “Política y Rock and Roll” en Radio Bemba es un duro golpe a la libertad de expresión para uno de los sectores más emblemáticos de esa radio, pero no solamente eso.
Con esa medida autoritaria, al mismo tiempo salieron a la luz los trapos sucios de Radio Bemba, que si bien algunos conocían, la habilidad de Carlos Aparicio, director de la radio, los mantuvo ocultos durante años, contando con la desidia de la numerosa comunidad radiobembera.
Las irregularidades van desde eliminar programas arbitrariamente, desorden administrativo para utilizar los recursos de la radio y la no rendición de cuentas sobre las aportaciones obtenidas a través de diferentes actividades. Además de eso, actitudes que podrían configurar acoso laboral y administrativo contra conductores de programas que no logran cuadrar con los esquemas mentales que el director tiene sobre la dinámica de la radio. Todo esto sin la conformación de un consejo consultivo que en estos años hubiera servido como mediador y orientador en los problemas que normalmente se presentan en colectivos de esta naturaleza.
La sorpresa más grande fue que mientras todos habíamos creído en el cuento de la “radio comunitaria”, su director nos informó -en viernes santo- que en realidad se trata de una emisora privada, con una concesión exclusiva para sus socios. O sea, ni más ni menos una privatización como las que acostumbra recetarnos el neoliberalismo.
En el caso de “Política y Rock and Roll”, las fricciones arreciaron cuando sus conductores propusieron un foro en donde se discutirían los asuntos y problemas de la radio. Desde entonces se hicieron presentes desacuerdos y enfoques no exentos de dificultades personales que debieron solucionarse colectivamente tomando en cuenta a los socios reales, aquellos que con sus aportaciones han sostenido las actividades de la radio. Al contrario, se prefirió el camino fácil de la eliminación del programa abriéndose un frente contra los activistas que de muchas maneras han tenido que ver con la imagen democrática y defensora de los derechos humanos que se forjó la radio.
En efecto, durante cinco años Amílcar Peñúñuri y Alejandro Cabral, (incorporado hace dos años), -junto con las valiosas aportaciones del maestro Alfonso Torúa-, como conductores de Política y Rock and Roll construyeron un espacio de lunes a viernes, de 7 a 9 de la mañana, donde los radioescuchas tuvieron una alternativa frente a la institucionalidad acartonada de los medios alineados. Así fue posible, en la etapa más dura del gobierno boursista, escuchar posiciones disidentes y enfoques que daban certeza de cómo se movían los hilos del poder durante el sexenio que terminó en tragedia para los sonorenses. Con esa misma tónica de información y análisis cada vez más acabados, Amílcar, Alejandro y Alfonso trabajaron su espacio en lo que va del gobierno del “Nuevo Sonora” sin hacer concesiones, y documentando cada vez más sus puntos de vista. Es decir, cada vez se hicieron más profesionales, aunque por su trabajo no recibieran ninguna remuneración. ¿Irreverentes?, sí. ¿Equivocados en no pocas ocasiones?, también, pero en el fondo se caracterizaron por su honestidad, sin dobleces, como lo reconoció la protesta de medio centenar de radioescuchas en la misma Radio Bemba. Frente a esa protesta, insólita en Hermosillo y en viernes santo, Aparicio tuvo la oportunidad de rectificar y legitimarse frente a la base que lo apoyó en los años más duros, pero, ante una audiencia que le fue planteando salidas y soluciones de buena fe, prefirió deslegitimarse y abdicar de los principios democráticos y de la transparencia que a través de Radio Bemba se les exige cotidianamente a otros. Los días por venir nos dirán si la base de activistas tiene la fuerza suficiente para revertir esta ominosa decisión, y si se imponen el diálogo y la búsqueda de soluciones dentro de un plano democrático.
*Brad Will, nombre profesional de William Bradley, periodista norteamericano asesinado en Oaxaca en 2006. En su honor la casa de Radio Bemba fue denominada Casa Brad Will un año después.
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