Othoniel Ramírez R.
En fecha reciente han surgido muchos amigos, que supuestamente quieren que la Radio Bemba mejore y no pierda su calidad de comunitaria, democrática etc. etc.
Se trata de un grupo de amigos, parientes, colaboradores y audientes de un programa de radio, que fue suprimido de la programación, por serias irresponsabilidades en el desempeño de sus funciones e incumplimiento de reglamentaciones internas.
Estos amigos, sienten la obligación de manifestar su apoyo a ultranza haciendo propias y reproduciendo solo las versiones de sus defendidos, sin considerar o minimizar las razones de tal medida.
En esa campaña de intransigencia han contagiado a otros que sin tener cercanía con ellos, también cometen el error de irse con la primera versión a la mano, seguir al más débil y hacer eco de los reclamos.
Para quienes participamos en esta radio, fue un dilema tomar una postura, dadas las relaciones de amistad con ambos bandos en conflicto. En algunos casos, los colaboradores se debatieron entre posiciones ambiguas, otros de respaldo a la decisión y los menos de solidaridad con los caídos.
En todos los casos, algunos planteados en los programas, como ha sido la costumbre, no solo no ha existido ningún tipo de censura, sino que incluso la dirección misma, más allá de su comunicado en el propio programa suspendido, no se ha aprovechado de ningún espacio propio o ajeno para hacer más agregados.
En el nuestro y resto del equipo que conducimos cada sábado de 8 a 10 de la mañana, el programa Tribunal Ciudadano, que vimos venir y discutimos desde hace tiempo esta medida; nos queda muy claro que son atribuciones de la dirección aplicar reglamentos, acuerdos y convenios con los colaboradores.
Dadas las características del Tribunal Ciudadano: un programa que intenta provocar la participación ciudadana, para que se ejerza el derecho a la crítica y la cultura de la denuncia para enfrentar los excesos del poder; seríamos los más preocupados en que estas acusaciones a nuestro medio de comunicación, tuvieran alguna certeza.
Después de andar rondando nuestro tercer año de transmisiones, podemos también dar fe, que no hemos recibido, ninguna insinuación al respecto de los infundios señalados.
El también referir, que quienes privilegiamos la función y valor de la radio, por encima de cualquier programa, lo hacemos por temor a recibir el mismo trato; equivale a delirar, pensando que los universitarios que han dado su intransigente apoyo al desprogramado, lo hacen por miedo al sindicato universitario donde participa como directivo.
También raya en el absurdo, la insistencia de que el cumplimiento de las reglas deba estar sujeto a un trato democrático, ese es un tema que hasta los expertos en mediación, señalan que la aplicación de la ley no debe estar sujeta a negociación.
Imaginémos cualquier caso de infracción -o este mismo-, puesto a consideración de una asamblea o la audiencia, se debería resolver por mayoría de votos? Tal situación, muy seguramente provocaría una división interna más seria que la que tratan de provocar y obviamente las resoluciones serían por simpatía.
A fin de cuentas “no hay mal que por bien no venga”, las quejas -aunque infundadas-, servirán para prever futuros escenarios, donde no exista cabida a apasionamientos destructivos similares. Deberá considerarse a la brevedad, la propuesta de establecer mecanismos e instancias internas y externas que ratifiquen o rechacen las decisiones tomadas por el cuerpo directivo en base a las evidencias y normas establecidas. Mientras tanto, -aunque a algunos no les guste- tal como está estipulado, los encargados de sancionar los acontecimientos en esta radio comunitaria, son y serán quienes tienen la titularidad del permiso para funcionar.
En lo que si estamos de acuerdo, es en que se cuestionen las decisiones arbitrarias o autoritarias, pero estas tendrán que hacerse con apego a razones tangibles y no en base a nuestras filias y fobias. Y en este caso la determinación, se informó y discutió internamente, durante dos fines de semana, en reuniones de organización y capacitación.
Las causas que esgrime la dirección de la radio con pruebas muy visibles, son las siguientes:
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La impuntualidad constante durante años anteriores.
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Línea informativa apegada a la agenda de los periódicos.
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Utilización del espacio radiofónico para acusaciones sin fundamento a la dirección.
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Desatender recomendaciones para corregir el rumbo.
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Rechazo a propuestas en cambios mínimos de horario.
A pesar de las evidencias, con las coartadas que los condenados tratan de establecer –y otras que agregan a cada paso que dan- para demostrar su inocencia, agotaron ellos mismos cualquier posibilidad de dialogo y reconsideración. Hasta el cansancio reiteraron situaciones que además de delicadas, casi todas son improbables:
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Su salida obedece a presiones del Gobierno del Estado.
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Por ser el espacio más crítico.
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Por exigir falta de transparencia y rendición de cuentas.
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Solicitar un foro de discusión interna.
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Decisión autoritaria y antidemocrática.
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Nunca hubo avisos.
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Supresión de lista de correos.
De todos los elementos de su defensa, en el único que hay constancia y prueba de ello, es el relativo a la solicitud de un foro, por medio de la red de correos de colaboradores, pero nunca fue planteada en las reuniones y talleres; además de que dichas reuniones, siempre han sido foros permanentes de discusión, crítica y propuestas.
Respecto al resto, en respuesta a las solicitudes de ajuste de horario, directa y malintencionadamente se expreso al aire: “Lo que imperan, son las obsesiones personales, el castigo ejemplar para ausentar a todo ente crítico, las discusiones que nunca aparecen en la superficie, pero que llegan a colmar el plato del a menudo propietario o propietaria de la radio, aunque sea una complicidad de dos, pero que de ninguna manera, aparenta ser, la coerción, al derecho, a la independencia, a la libertad, aunque ellos, sean los menos convencidos. Y aunque se tenga la coartada perfecta, antes que la danza de los millones de la publicidad oficial, antes que ahogue la crítica, y el deseo de libertad que a menudo se vende.”
En relación a la eliminación de la lista interna de correos, como parte de “la campaña de represión”, esa si la padecemos hasta la fecha, por fallas técnicas del sistema, todos los que nuestro correo es de hotmail.
Por último, la petición de rendición de cuentas, esta inquietud surgió, como parte de la campaña de descalificación en respuesta a la determinación tomada; pero estos señores fingen no estar enterados –porque no asistieron e esas convocatorias- que en varias reuniones se han rendido informes detallados del manejo de los recursos.
Obviamente, en casi 11 años de la Radio Bemba, ha habido muchos ajustes y suspensión de programas, que en su momento acataron las medidas aplicadas y no causaron mayor problema; pero como a nadie le gusta quedar como irresponsable, no faltó quien ahora intenta reclamar a destiempo, sumándose a la protesta.
En conclusión, podemos observar que su defensa, la han basado en justificaciones falsas, que pretenden hacer creíbles, con premisas justas; envolviéndose en la bandera del respeto a la libertad de expresión, en contra del autoritarismo y la antidemocracia; entre tantos otros agravios tan comunes en nuestro país y por lo tanto posibles.
Ya de retirada, -en sus patadas de ahogado- es notorio que solo pretenden dinamitar un espacio, haciendo creer que Radio Bemba eran solo ellos y que junto con ellos todo se derrumbó, intentando borrar en su berrinche, un ejercicio comunicacional que es ya un referente estatal, nacional e internacional..
Lo lamentable de todo, es el servicio que prestan al poder público a quien tanto incomoda la práctica comunicacional alternativa que aquí se desarrolla, muy probablemente habrá de aprovechar a estos rabiosos aliados involuntarios y seguramente sobrarán los medios y comentaristas oficiales y oficiosos, que intenten poner en entredicho el prestigio y compromiso social de la Radio Bemba.
Cierro con un refrán muy conocido y apropiado para estos amigos del caos: “Con esta clase de amigos, para que queremos enemigos”. (tribunalciudadano@hotmail.com)