Víctor Hugo Michel, enviado
El Paso, Texas
Pese a que 40 años de guerra contra las drogas y un trillón de dólares gastados no han surtido efecto, Washington no quiere ni tocar el tema de la legalización de narcóticos y está dispuesto a amenazar a cualquier ciudad estadunidense que quiera debatir sobre la descriminalización de la mariguana.
“A nosotros nos amenazaron con cortarnos todos los fondos federales si seguíamos con el debate de legalizarla”, lamenta Beto O’Rourke, concejal de El Paso y autor de una iniciativa que, de haber sido aprobada, habría permitido el consumo abierto de cannabis en parte de la frontera entre México y Estados Unidos.
“Es suficiente. Hay que debatir sobre legalizar la mariguana. Podemos cortarle a los cárteles de la droga hasta 8 mil millones de dólares al año y acabar con parte del terrorismo que afecta a México”, sostiene O’Rourke, convertido en 2009 en el primer político estadunidense del mainstream en proponer la descriminalización como vía para golpear al narcotráfico mexicano en donde más le duele: el bolsillo.
“Seamos francos: la mariguana está altamente disponible para cualquier estudiante de secundaria en Estados Unidos. ¡Más niños están probándola que el tabaco!”, dice.
O’Rourke, del Partido Demócrata, es uno de los principales cerebros detrás de una campaña pro legalización, cuyos efectos hubieran sido históricos tanto en México como en Estados Unidos y, según calcula el concejal, hubieran llevado a que la guerra en la frontera mexicana perdiera gas, recursos y, sobre todo, violencia.
A principios de 2009 se estuvo a un voto de lograrlo. En una sesión histórica, el Concejo de la ciudad de El Paso aprobó por unanimidad la legalización de la mariguana, propuesta que después no sólo fue vetada por el alcalde, John Cook, sino que generó la ira del establishment en Washington, que vio amenazada su guerra contra las drogas, una industria de 40 mil millones de dólares al año.
Advierte algo pocas veces escuchado entre políticos estadunidenses: “tenemos que tomar la responsabilidad de esto. Nosotros creamos a El Chapo Guzmán y a los Carrillo y a Los Zetas. Nosotros los hicimos increíblemente ricos y poderosos, como lo hicimos en los treinta con Al Capone”.
En 2009 propuso y logró que el Concejo de El Paso aprobara la legalización de la mariguana. ¿Por qué y para qué?
Lo que miembros del Concejo de la ciudad propusimos fue hacer legal la mariguana en Estados Unidos. Queríamos decirle a nuestro gobierno federal en Washington que es el consumidor de drogas estadunidense el que está alimentando la violencia en México y, por extensión, en Ciudad Juárez. Si podemos cortar algo del dinero que va a estas organizaciones del narco, podemos significativamente disminuir su capacidad de reclutar a nuevos miembros, de corromper a funcionarios y policías y aterrorizar con crueldad e impunidad, como lo han hecho en Ciudad Juárez los dos años recientes.
¿Por qué la mariguana?
Se estima que 60 por ciento de las ganancias del narcotráfico vienen de la mariguana y en un año, en 2006, eso acumuló 8.6 mil millones de dólares. Si les quitamos eso a los cárteles, van a tener mucha más dificultad de hacer lo que están haciendo ahora.
¿En qué momento decide usted revisar la posibilidad de la legalización de la mariguana?
El terrorismo en Ciudad Juárez comenzó a todo vapor en 2008. A lo largo de ese año, más de 2 mil 600 personas de nuestra comunidad fueron asesinadas, torturadas y secuestradas. Fue entonces cuando comenzamos a preguntarnos por qué pasaba esto. Muchas de las respuestas típicas no nos satisficieron: había quienes nos decían que era culpa de México, porque es “una sociedad corrupta” o porque “los mexicanos son tendentes a la violencia y la corrupción”. Eso no es cierto. Es nuestra economía de mercado negro la que alimenta eso. Estados Unidos tiene 25 por ciento del mercado mundial de las drogas con sólo 5 por ciento de la población del planeta.
¿Cómo marchó esa idea de legalización?
A final de 2008 muchos de nosotros en el Concejo comenzamos a pensar en esto, y en 2009 propusimos nuestra resolución, que simplemente pedía un debate sobre la sabiduría detrás de continuar con la prohibición de drogas en Estados Unidos. Fue aprobada unánimemente, 8-0. Pero el alcalde la vetó. Y después tuvimos otra reunión para tratar de darle la vuelta al veto. Fue entonces cuando fuimos amenazados por líderes políticos en Washington, que nos dijeron que si seguíamos con esto le iban a cortar los fondos federales a nuestra ciudad.
¿Qué pasó con esa amenaza?
Bajo esa amenaza algunos de los concejales dieron vuelta a sus votos. Tuvimos llamadas de nuestro congresista, Silvestre Reyes, quien es muy poderoso en Washington. Nos llamó a todos y nos dijo: “tienen que parar esto. Ustedes están poniendo en riesgo los fondos federales de El Paso”.
¿Y qué pasaba si les cortaban la ayuda federal?
El Paso es una de las ciudades más pobres de Estados Unidos. Cuando el gobierno federal amenaza con cortar dinero a una comunidad pobre, llama la atención. Tuvo su efecto: cuando votamos para echar abajo el veto del alcalde, sólo cuatro concejales seguimos votando igual. Los otros cuatro votaron diferente.
Y ahí murió la propuesta de legalizar la mariguana…
No, en febrero pasado desarrollamos una nueva resolución llamando otra vez a legalizarla. Pero el voto fue 4 a 4. El alcalde tenía que romper el empate. Y volvió a votar en contra.
¿Por qué el gobierno federal de Estados Unidos amenaza a una ciudad pequeña, como El Paso, en una discusión como ésta?
No sé por qué Washington está tan asustado de nuestra resolución. Pero hay que recordar que en Estados Unidos la guerra de las drogas es una industria de 40 mil millones de dólares invertidos al año en prisiones, armas, justicia, oficiales, etcétera. Por eso hay mucha gente en este país que tiene un interés muy personal en el statu quo.
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