Jane de la Selva
Mientras la señora Napolitano declara que el haber echado al ejército a las calles de Juárez no ha servido de nada, sin ninguna distinción partidista y compartiendo mismos anhelos, el senador Don Beltrone y el senador Madero opinan exactamente lo mismo pero de otra manera, que se internen a México la DEA y el FBI “a cooperar para controlar un problema que es global, ¿para qué darle tintes de nacionalismo?” .
Emergerán de la clandestinidad y extenderán sus redes, hay que puntualizar, porque siempre han estado infiltradas estas fuerzas. Pero el problema es de México y es, la falta absoluta de la procuración de justicia. Despenalizar el mercado ilegal, el reto de la humanidad. No hay más.
Por lo que esta columna, siendo de mayor interés comentar, mejor la dedico a Tarzán, quien presintió y advirtió tras su aullido el acto venidero de la “invasión”, que hoy pareciera inminente, de las fuerzas federales estadounidenses. Aseguraba, sin mayor crédito de la concurrencia por desear quizá los presentes que esto no se diera, la próxima intromisión fronteriza de los poderosos para instaurar el orden y la paz. Para detener la matazón autoprovocada. Para tomar el descontrol; para atender la “urgencia” de proteger a los suyos tras la línea divisoria. Lo harán sin preguntarnos, decía. Y así de simple y descaradamente lo dijo Calderón ante la población de Ciudad Juárez donde fue a intentar darles atole con el dedo con programa de “restauración social”: “es necesario que los “involucrados” se “involucren” en la “guerra”.
¿Pero cómo?, si las batallas han sido ganadas, la guerra va tan bien, según cifras que se negaron a aceptar los habitantes afectados y expuestas por Chávez Chávez, García Luna, Calderón, quien a su vez le expresó a la gente en Juárez compartir su incredulidad. Patético.
La gravedad de la situación que los vecinos que mandan han creado junto a la administración de Calderón, orilla e induce a la entrega. Ante la circunstancia tan “delicada”, parece no quedó otra al espurio más que aceptar y hasta clamar el apoyo para que la ayuda inmediata venga del norte.
Cantidad de opiniones que no han dejado de surgir, de tiempo atrás; escritas y predicadas como la sucesión de eventos dirigidos hacia dicha pregonada injerencia para supuestamente acabar con el conflicto, con el enfrentamiento en escalada. No puedo dejar de recordar las consideradas “inverosímiles” versiones de Pomponio.
La de Tarzán iba así:
“…Vendrá un ataque personal a funcionario gringo en tierra mexicana, luego enviarán a los marinos guardias de seguridad para resguardar sus intereses en nuestro territorio, después ejecutarán a alguno de ellos y será entonces que decidirán imponer la vigilancia e implementar las estrategias. Aquí es cuando se habrá cuajado el Plan México en vez de la iniciativa Mérida, a imagen y semejanza del Plan Colombia”.
Pero si en Colombia, pequeño país territorialmente hablando y en cuanto a índice de población apenas dicen estar instaurando la paz finalmente “pactada” e instalado las bases militares ahora que han “liberado” al país y han reiniciado después de 15 años la promoción turística dirigida a los norteamericanos que permanecen escépticos.
Si se cumple el pronóstico “invasión”, si se permite la pérdida de la soberanía, para doblegar al “contra narcotráfico”, mínimo deberemos pasar por años de repudio turístico, de evasión de capitales, de descrédito mundial, de desplome económico, de una peor vulnerabilidad socioeconómica. Y en estas precarias condiciones seguramente seremos rescatados a medio camino, condicionados a compartir los bienes de la nación, ya tantos enajenados, convirtiéndonos poco a poco en campo de trabajo, en maquila. Debilitados hasta perder la propia iniciativa, la propia autoridad de bien ser. Es necesario que lo sepamos. Urgente reflexionarlo.
Y al margen de todo esto, ya les habrá imputado Janet Napolitano engallada a sus colaboradores en privado: “Se los dije”. “La situación al sur, es la de un estado fallido”.
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