Por: Víctor Beltri
En el tratado que lleva por nombre a un gobernante falto de instrucción, publicado por Siruela, Plutarco, filósofo y politólogo griego, escribe el siguiente párrafo (Pág. 46):
Pues no es posible disimular los vicios cuando se ejerce el poder. A los epilépticos, si se suben a un lugar elevado y se mueven de su sitio, los domina el vértigo y la turbación, y hacen patente su mal; así, a los faltos de instrucción, la Fortuna, tras elevarlos un poco con algunas riquezas, honores y poderes, tan pronto como están en lo más alto nos hace asistir a su caída. Mejor aún, así como entre vasos vacíos no podrías distinguir el intacto del deteriorado, pero, cuando lo llenas, se ve el que gotea, del mismo modo, las almas corruptas, no pudiendo resistir al poder, dejan escapar sus deseos, sus iras, su envidia y su mal gusto.
El comienzo del 2010 trae aparejado el inicio de las especulaciones sucesorias a la Presidencia de la República. Los tres partidos que tienen alguna posibilidad de llegar en el 2012 a ocupar la silla presidencial comienzan a hacer sus amarres y enroques, negociaciones y juegos de poder para determinar quiénes serán los candidatos que enfrentarán entre sí a sus equipos de publicidad y mercadotecnia, que no tanto sus ideas y proyectos de Nación. Así, no nos extrañe ver cómo algunos gobernadores, diputados, senadores y políticos en general tienen apariciones cada vez más frecuentes en los medios, declaraciones contundentes y ataques virulentos a quienes consideran que pueden ser sus adversarios, tanto en las elecciones internas como en la que popularmente se conoce como la grande.
Cabe reflexionar, por un momento, en la imagen de los vasos de Plutarco. Y en cómo hemos llegado a conocer a nuestros políticos como vasos llenos, deteriorados y goteantes. Vasos que ahora tratarán de aparecer frescos, lozanos, inmaculados. Sin rastro del pasado. Como si fueran, por obra y gracia del consultor de imagen en turno, políticos bondadosos y sonrientes, que miran a la cámara de frente mientras enseñan los dientes y extienden la mano derecha con el pulgar levantado. “Mi compromiso es contigo”; “Por el bienestar de tu familia”; “Cambiemos juntos”, o cualquiera que sea el slogan, corto, fácilmente recordable y contundente que sea diseñado para aparecer bajo su foto en cada uno de los postes telefónicos del país. Declaraciones, ataques, giras, fotografías. Miles de millones de pesos. ¿Es esto una campaña política? ¿Es así como tenemos que decidir quién es la persona más apta para gobernar a México?
Esto no es tan sencillo. La sociedad civil ha cambiado, y debemos de exigir a nuestros políticos la calidad moral que debe de estar relacionada con el cargo al que aspiran. No tenemos por qué soportar campañas sucias, agresivas; no tenemos por qué escuchar imprecaciones, ni calumnias. Tenemos derecho al respeto de nuestros representantes, y a la verdad y transparencia en su vida pública y privada. Y el que no esté dispuesto a ofrecer la verdad como premisa de campaña, y de gestión, debería de saber que no tiene cabida como gobernante de nuestra nación.
Suena utópico. Pero no lo es. Estamos a tiempo de exigirlo, y tenemos las herramientas para hacerlo. Pero, como en todo contrato, debe de existir una contraprestación. Y para poder exigir a nuestros políticos la calidad que nos merecemos, tenemos que merecerla, aunque parezca un juego de palabras. La honestidad y la participación de la ciudadanía; el compromiso y el interés por los asuntos del país; la ética de los medios; la responsabilidad de todos.
Es la primera semana del año. No lo manchemos con más cállate chachalacas, haiga sido como haiga sido, maratones robados, Amigos de Fox, etc. Por cierto, al parecer el PRD postulará a Lino Korrodi como Gobernador de Tamaulipas. ¿Vasos vacíos?
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