Rubén Durán Cachón
El debate y confrontación que se está dando en el México, y especialmente en el DF, por la aprobación legislativa del matrimonio entre individuos del mismo sexo, en que la Iglesia Católica se ha tomado la atribución ilegal y anticonstitucional de intervenir en asuntos del Estado para enfrentar a la sociedad, cae por su propio peso.
Es verdaderamente patético el discurso del Arzobispo Norberto Rivera al afirmar que el matrimonio entre personas del mismo sexo es un atentado en contra de la familia y de la naturaleza por los siguientes motivos:
1.- ¿No es la propia Iglesia Católica la que demuestra una actitud en contra de la integración de la familia cuando le impide a sus propios miembros (desde el Papa, arzobispos, cardenales y curas rasos) contraer nupcias y cumplir con el mandato cristiano de “crecer y multiplicarse”?
2.- ¿Cómo se atreve la Iglesia y sus ministros a oponerse a las relaciones sexuales entre hombres y mujeres del mismo sexo aduciendo que defienden la integración de la familia, si la propia obligatoriedad a sus ministros de mantenerse en abstinencia es de igual forma una atentado contra la familia?. Si las relaciones entre personas del mismo sexo son “contra natura” ¿Acaso el celibato no lo es?
3.- ¿No es un acto de hipocresía, un hecho de todos conocido, que cientos (tal vez miles) de sacerdotes católicos han vivido en concubinato con mujeres y han tenido hijos fuera del matrimonio que con tanto fervor dicen defender?
4.- ¿No es bien sabido de la misma prohibición de la Iglesia a sus representantes de tener relaciones sexuales y casarse ha desembocado en aberraciones terribles como la pedofilia y las violaciones de menores de edad por parte de sus mas relevantes integrantes, como es caso de el padre Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, y muchos otros menos destacados?
5.- Lo peor de todo ¿No es verdad que la Iglesia Católica se ha convertido en cómplice y delincuente por lo mismo, al ocultar, y defender con el inmenso poder que tiene, gracias al sometimiento psicológico de las masas que creen en las supersticiones que predica y con la complicidad de gobiernos de la derecha, de sus sacerdotes violadores y pederastas a quien la justicia no los toca ni con el “pétalo de una rosa”?
La verdad es que estos cinco cuestionamientos planteados ni los más picudos integrantes de la Iglesia Católica pueden rebatirlos, a menos que apoyen en más de lo mismo: en sus dogmas y en que la fe tiene que ser ciega.
Pero ya basta de tanta falsedad y supersticiones: en México ya millones de mexicanos nos hemos quitado la venda de los ojos. La confrontación que promueve Norberto Rivera y sus jilgueros entre los mexicanos por la legalización de los matrimonias del mismo sexo, es un acto de perversión más que ya no se puede tolerar.
¡Primero que se curen los sacerdotes de sus propias perversiones y después que traten de “salvar” al mundo!
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