Federico Arreola
Durante más de 25 años de mi vida he sido columnista o director de varias empresas periodísticas. Tengo, entonces, experiencia de sobra para afirmar, con bases, que en un país autoritario como México el principal problema que enfrentan los medios de comunicación es la censura.
Existe la censura ejercida por el gobierno. Se da cuando alguna autoridad presiona al propietario de determinado medio para que silencie o incluso despida a un periodista incomodo.
Existe la censura ejercida por la mafia del narcotráfico. Tiene lugar cuando los capos ordenan la ejecución de algún periodista molesto.
En México, la iglesia también censura. Lo hace, naturalmente, en medios cuyos accionistas son personas religiosas en extremo.
Y es innegable en nuestro país la poderosa censura de los anunciantes. Es aquella expresada en la frase: “Si siguen criticando a mi patrón, cancelo el convenio de publicidad con ustedes”.
Solo muy pocos medios impresos mexicanos rechazan totalmente la censura. A saber: La Jornada, Proceso, El Chamuco, tres publicaciones de izquierda, y el derechista Reforma (El Norte en Monterrey, Mural en Guadalajara).
En la radio y la televisión no hay ningún ejemplo de periodismo ciento por ciento sin censura. Lo hubo, el Canal 40 de Javier Moreno Valle, pero entre las grandes televisoras y el gobierno lo destruyeron.
Por esa razón, internet ha sido visto por millones de ciudadanos en México como una fuerza liberadora.
Aunque sigo trabajando en medios “tradicionales” (soy director de la revista política El Chamuco), gran parte de mi esfuerzo actual lo dedico a fortalecer opciones periodísticas por internet, comowww.sdpnoticias.com, www.enelshow.com ywww.enlaeconomia.com, entre otros sitios.
En 2006, ejerciendo mi derecho constitucional a participar en política, dejé la dirección de los diarios Milenio, que fundé, y la vicepresidencia de la compañía Multimedios Estrellas de Oro (operadora de periódicos, canales de televisión y radio en el noreste de México) para ser uno de los coordinadores de la campaña presidencial de Andrés Manuel López Obrador, candidato de izquierda al que el derechistaPAN y el gobierno de Vicente Fox le robaron las elecciones.
Ese mismo año produje, en sociedad con el cineasta Luis Mandoki, el exitoso documental “Fraude: México 2006”.
Tales hechos me enemistaron fuertemente con la derecha mexicana. Tanto que por presiones de Felipe Calderón fui despedido del periódico Milenio, en el que había dejado la dirección pero no mi trabajo como columnista.
Desde entonces, en internet he podido expresarme libremente. Y, para mi sorpresa, he encontrado que mis columnas publicadas en la red tienen tantos lectores (e inclusive más) como las columnas de los diarios impresos.
En octubre de 2009, por sugerencia de muchos amigos decidí participar en Twitter. Por supuesto, no he dejado de tocar temas políticos, que son los que me importan.
Desde el principio, mi presencia en Twitter ha generado debate. Es demostrable el hecho de que he sido el participante en Twitter México más calumniado e insultado desde octubre de 2009.
Hay un grupo de militantes del derechista PAN, bien organizado y financiado desde el poder, que se dedica a ofenderme en Twitter todos los días a toda hora. Insisto, esto es perfectamente demostrable.
Ese grupo ha hecho lo mismo con otras personas simpatizantes de la izquierda que se expresan en Twitter.
Al empezar 2010 los derechistas del PAN organizados en Twitter decidieron que como no iba yo a cerrar mi cuenta a pesar de sus insultos y calumnias, tenían que hacer otra cosa.
Las agresiones les habían funcionado en otros casos, como el del senador del PRI Manlio Fabio Beltrones, quien abrió su cuenta y la cerró unas pocas horas más tarde ante la avalancha de injurias que recibió de parte del mencionado grupo derechista.
Pero como eso en mi caso no ocurrió, los derechistas del PAN que se han organizado para operar políticamente en Twitter, pasaron a reportar a mi cuenta como la de alguien que hace spam. Lo hicieron en forma masiva, y pidieron públicamente adhesiones para eso.
Por la razón que sea, Twitter no hizo caso a la mencionada campaña en mi contra. Pero la campaña existió, sin duda.
Desgraciadamente, la segunda vez que los derechistas del PAN organizados en Twitter reportaron a alguien de izquierda como spam, sí tuvieron éxito.
A un usuario de Twitter que simpatiza con la izquierda —una persona que, por cierto, a mí me ha agredido porque no me considera suficientemente izquierdista—, la campaña de denunciarlo como spam logró su propósito: Twitter canceló su cuenta.
El 8 de enero, a las 10 de la noche, fue suspendida por Twitter la cuenta @robot2xl (userID: 18746993.rss).
Si Twitter no corrige esa situación, quedará como un caso de censura en internet. Porque lo cierto es que, a quienes usamos Twitter en México, nos consta que @robot2xl no hace spam.
Los pecados de @robot2xl son otros: su fanatismo izquierdista, su agresividad para responder a sus enemigos ideológicos, su intolerancia con gente, como yo, que simpatiza con la izquierda pero sin ir a los extremos.
Exijo a Twitter una rectificación. Ya que si se permite la censura a @robot2xl, los promotores de la campaña para denunciarlo como spam quedarán motivados a seguir haciéndolo contra cualquier usuario que les resulte incomodo.
Por lo demás, hay que decir que la censura es inútil. El señor @robot2xl hizo otra cuenta de Twitter (@robot2x1), en un par de días recuperó dos terceras partes de sus 4 mil y tantos seguidores y en las mediciones de www.twirus.com él es, en lengua española, el usuario de Twitter más popular este domingo 10 de enero de 2010.
Los censuradores terminaron por hacerle un favor.
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