Isabel Dorado Auz / auz3@correom.uson.mx
De acuerdo a la Real Academia Española, la palabra consuelo significa descanso y alivio de la pena, molestia o fatiga que aflige y oprime el ánimo. Eso es precisamente lo que se buscaba como objetivo principal desde que inició la caravana convocada por Javier Sicilia. Observé como cientos de juarenses se identificaban unos con otros y recibían un gran apoyo moral de otros tantos que partieron desde diversos puntos de la geografía nacional para estrechar manos y aportar abrazos que lograran resarcir, en parte, el enorme dolor que aflige a una comunidad en pie de lucha.
Desde temprano, el viernes por la mañana empezaron a llegar los contingentes. Desde Sonora, más de 40 personas hicimos nuestro arribo a las instalaciones de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez en un autobús proporcionado por el Sindicato de Trabajadores Académicos de la Universidad de Sonora. Poco después de las 10:00 a.m. daba inicio la inauguración del evento bajo la vigilancia de un helicóptero de la Agencia Federal de Investigación. En las mesas de trabajo fueron muchos los temas que se discutieron y, por ello, los resolutivos de las mismas abarcaron prácticamente todos los temas de la agenda política nacional, pero, de igual manera, no pudo concretarse un plan de acción concreto para empezar a darle solución inmediata a la grave problemática social.
Por la tarde noche se cerró la jornada con una concentración en el monumento a Benito Juárez. Lugar donde una joven mujer, mostraba un cartel donde se leía “A mí también me mataron a un hermano”; otra más exigía que se hiciera justicia en torno al asesinato de su esposo que la dejó a ella viuda y a cuatro hijos huérfanos; muchas personas más daban testimonios desgarradores que me hicieron recordar la tragedia de la guardería ABC. Julián Lebarón reconoció que, desafortunadamente, su despertar proviene de una tragedia familiar (en junio del 2009 asesinaron a su hermano). Pidió a la concurrencia utilizar el amor como solución. El amor no es débil, dijo, es de color rojo, es la fuerza presente en los dolores de parto y lo que sigue en México es dar a luz a una nueva generación que resuelva el problema de la violencia, porque México si tiene solución. Debemos entender que el país es nuestro y debemos tomarlo entre nuestras manos, poco a poco, de forma decidida y no violenta.
Javier Sicilia le preguntaba a Felipe Calderón si su guerra había valido la pena, le reclamaba el hecho de haber recurrido a ella sin llevar a cabo, previamente, una reforma del Estado y que sólo se haya ocasionado muerte y desolación. Aprovechó el poeta, además, para mandar un mensaje de paz, pero al mismo tiempo mantener la lucha en contra de la impunidad y la corrupción existente; dejó claro que si es necesaria la desobediencia civil se tiene que recurrir a ella y terminó recordando un pasaje de la lucha de Gandhi. Por su parte, los juarenses exigían a través de una consigna que se repetía constantemente “Juárez no es cuartel, fuera ejército de él”.
Observé la participación de muchos jóvenes. Desde Sonora, por ejemplo, se hicieron presentes alrededor de una veintena de ellos, quienes acudieron al llamado del poeta y participaron activamente en las mesas de trabajo, especialmente la referente a la participación juvenil en el Pacto Ciudadano que surgiría de las discusiones y se aprobaría en la plenaria. Jóvenes que aportaron ideas frescas y que constituyen la esperanza de esa nueva generación a la que hizo alusión Lebarón. Jóvenes que aportaron consuelo a ese gran dolor que hizo posible un encuentro que debe ser el inicio de una gran lucha pacífica para transformar de fondo la forma de hacer política en nuestro amado país.
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