domingo, 3 de julio de 2011

Pierde Calderón, no gana nadie

Acentos

Jorge Medina Viedas

En las elecciones de mitad de sexenio se considera la coyuntura ideal para que se consolide quien detenta el Poder Ejecutivo. En las de 2009, el presidente Felipe Calderón y su partido perdieron estrepitosamente. Cedieron un gran tramo de terreno ante el PRI (ganaron 71 escaños en la Cámara de Diputados mientras el PRI 187) y superaron al PRD sólo porque éste sufría los efectos de la crisis interna más grave desde su refundación en 1989.

Tal como se han desarrollado los acontecimientos y por lo que indican las encuestas, en los comicios de hoy en el Estado de México, Nayarit, Coahuila e Hidalgo es muy probable que al PAN no sólo le pase por encima el PRI, sino el mismo PRD, que aun con la derrota de Alejandro Encinas habrá instalado ya un campamento (campamento que esperamos sólo sea metafórico y no de verdad en el Paseo Tollocan) y una estructura electoral para quien es el más seguro candidato de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador.

Es decir, si se confirman los pronósticos, todo indica que este domingo perderán el presidente Calderón y su partido. Le quedarán entonces apenas unos meses para recuperar la fuerza política que le permita hacer efectiva su estrategia de convertir la elección en un referendo contra el PRI, tal como de manera natural y bastante justificada la sociedad lo fijó en 2000.

En ese sentido, el montaje construido con ese propósito por el gobierno este día sufrirá una mella importante. Es más, aquí se puede decir que no todos los ciudadanos tienen los prejuicios del Presidente, quien en todo momento recuerda con aspereza, a través del prisma del resentimiento, el México priista que él vivió. Sin avalar cinismo alguno, es claro que para estos ciudadanos los únicos muertos son los de su gobierno y los empleos que faltan de su única responsabilidad.

En materia política es verdad que nada se puede dar concluido; hay evidencias de que muchos errores derivan de la creencia a pie juntillas en pronósticos ofrecidos como definitivos. Pongamos de ejemplo un asunto espinoso, pero donde está el atrevido que llegó a augurar el vuelco del proceso judicial contra Dominique Strauss-Kahn, quien ahora hasta podría volver a Francia y competir por la presidencia y ganar en calidad de víctima del “odiado” sistema estadunidense, el voto mayoritario de los franceses.

En nuestra realidad política también pueden ocurrir imponderables. Habrá que ver qué tan preparados están los priistas para alguna eventualidad. Con los resultados que seguramente obtendrán hoy, se van a sentir más cerca de la Presidencia y las victorias de hoy estimularán sus ansias de llegar lo más pronto posible.

En el año 2006 ocuparon el tercer lugar, lejos de los dos contendientes. Aquella fue una competencia entre dos: PAN-PRD; Madrazo puso y condensó los negativos que la sociedad aun quería cobrarle al PRI. Además, Andrés Manuel López Obrador había trasplantado su populismo a un sector amplio de la población. Pero no ganó la elección y ya sabemos por qué, y cómo la ganó el michoacano. Dice la aspirante panista Josefina Vázquez Mota que fueron las clases medias las que le dieron el triunfo a Calderón. Todo sea para negar el apoyo de Elba Esther a Calderón y de paso sumarse a puritito golpe de oportunismo a la tendencia que habla de que las clases medias mexicanas se expandieron en los años recientes, y avisarnos de que la historia puede volver a repetirse, con ella y sin Elba Esther.

Pero la ex secretaria de la SEP fantasea. En 2012, la competencia volverá a ser de dos y uno de ellos no será el PAN. En 2012 los dos contendientes principales serán Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador. (No se confundan: Marcelo Ebrard no gana con o sin AMLO; éste, con o sin Ebrard tal vez no gane, pero no haría el ridículo).

Es decir, con las objeciones que se le puedan señalar y los “negativos” que se le inventan y pese a los cismas que provoca, no hay hasta ahora un aspirante de la izquierda más sólido que Andrés Manuel López Obrador. Es el único político capaz de darle la batalla al probable triunfador neto de la elección de hoy, y el más aventajado candidato del PRI a la Presidencia de la República, Enrique Peña Nieto.

Se parte entonces de que el PRI lleva ventaja y considerando que Peña Nieto representaría el regreso sin gloria del PRI, pero la mejor sustitución de este gobierno; y que López Obrador representaría la posibilidad del cambio, con gloria de por medio, pero tal vez sin rumbo.

En la contienda de hoy Calderón pierde, pero todavía no gana nadie.

jorge.medina@milenio.com

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