sábado, 27 de agosto de 2011

Pronunciamiento de Andrés Manuel López Obrador, sobre la tragedia de Monterrey, Nuevo León

Por Andrés Manuel López Obrador

Matehuala, San Luis Potosí

Viernes 26 de agosto de 2011

* Expresa su más sincero pésame por las muertes de inocentes le día de ayer en Monterrey

Vuelvo a expresar mi más sincero pésame por las muertes de inocentes el día de ayer en Monterey, Nuevo León. Es una tragedia muy dolorosa para los familiares de las víctimas y para todos los mexicanos. Nos conmueve y entristece a muchos. Es nuestra amarga realidad.

En cuanto a la respuesta del gobierno, más allá de nuestras diferencias, me preocupa que Felipe Calderón esté obcecado e insista en mantener, sin ningún cambio, la estrategia de seguridad que a todas luces ha resultado fallida y provoca, cada vez más, pérdidas de vidas humanas y sufrimiento.

Felipe Calderón no sólo se niega a entender que es necesario crear una atmósfera de progreso y bienestar, con oportunidades para todos, que incorpore a los jóvenes al trabajo y al estudio, ni siquiera está dispuesto a tomar decisiones de fondo en el terreno estrictamente policiaco, que ha sido el distintivo de su mal gobierno.

¿Qué no ameritaba ante la tragedia de Monterrey cambiar a todo el gabinete de seguridad del gobierno federal?

¿Qué no sería más eficaz que Calderón se reuniera diariamente con los nuevos secretarios de la Defensa, Marina, Gobernación, Seguridad Pública Federal y con el procurador general de la República para recibir la información de toda la República, evaluar, tomar decisiones y coordinar permanentemente las acciones en esta materia?

Ya sé que a Felipe Calderón, como a otros que piensan igual, le resulta difícil aceptar que la tranquilidad y la paz social son fruto de la justicia y que la forma más eficaz y más humana de enfrentar el flagelo de la violencia pasa por combatir la pobreza y fortalecer valores, como el del amor al prójimo.

Pero algo puede hacer, si cuando menos reacciona, toma decisiones, pone orden y asume realmente el mando de las fuerzas de seguridad y de procuración de justicia.

Todavía es tiempo para rectificar. Nunca es tarde y menos cuando está de por medio el derecho a la vida y a ser felices sin miedos ni temores.

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