jueves, 20 de enero de 2011

LE SUBÍ LA FALDITA Y ¡ÑACAS!

El Pepón, así le decían al papá de Pepito, el de los cuentos. El Pepón era un tipo muy requetementiroso. Pero tenía gracia; tanta así, que sus mentiras le pagaban la borrachera. Los amigos del Pepón, con tal de entretenerse con las muchas aventuras contadas por nuestro simpático personaje, no reparaban en que, en las borracheras, el Pepón siempre andaba de cachucha, de gorra, pues.

En aquella ocasión, el Pepón les contaba a sus amigos la aventura que vivió en compañía de su compadre el Mudo, cuando juntos desenterraron un tesoro, en la punta de un cerro. Los concurrentes, beodos todos, escuchaban con atención la narración del Pepón. Inició su historia diciendo que su tía Pepita fue “esposa sin papeles” de un general de la revolución. El general dejó un “entierro” en un cerro y la tía del Pepón tenía el mapa con la ubicación precisa del valioso entierro. Embobados, y embebidos, los amigos del Pepón no perdían detalle del inverosímil relato; mientras tanto, el compadre Mudo, ajeno a todo menos a la hielera de las cheves, asentía sonriente.

Llegamos a la faldita del cerro que nos indicaba el mapa, dijo el Pepón. ¡Qué bonito paisaje el de aquella faldita verde y florida! Corría pleno mes de Mayo, les recordó Pepón, y empezamos a subir la faldita del cerro rodeados de flores de increíble belleza. De pronto, el Mudo se atraviesa, interrumpiendo el relato; el mudo llevaba una cerveza, bien helada, para su compadre Pepón, quien le agradeció el gesto, apurando un grueso trago de la refrescante bebida.

¿En qué me quedé? Preguntó el Pepón a sus amigos, expectantes por la continuación del relato. Ibas en lo de la faldita, contestó uno de los presentes. ¡Ah, sí! dijo el Pepón, entonces le subí la faldita y ¡ñacas! Al tiempo que pronunciaba esa fea expresión, el Pepón levantó los brazos y los bajó flexionando los codos, haciendo la conocida roqueseñal (cuando el PRI nos abrochó a los mexicanos con el aumento del IVA; mucho antes de que el PAN nos abrochara con el IETU y los gasolinazos).

Inesperadamente, en el relato del Pepón la faldita del cerro tornó en faldita de vestir, poniendo al descubierto que todo era mentira. No había tal tesoro, ni tal cerro, ni tal faldita, ni tal otra faldita. ¡Ah, tonto Pepón, por tu descuido has echado a perder toda la historia! Ya no le den ni una chela más. Ni le crean.

Así como el Pepón, enredado en sus mentiras, anda Calderón y su gobierno (de algún modo hay que llamarle a esa gavilla), a propósito de los empleos generados durante 2010. Miles, cientos de miles, casi el millón de empleos se generan en los tacos de lengua de Calderón. Pero el INEGI reporta, para el mismo período, un incremento del índice de desempleo.

En el mágico mundo de la propaganda oficial, el sexenio de la muerte se nos presenta, ahora sí, como el sexenio del empleo. Pero la faldita verde y florida, de la que nos habla Calderón, es descubierta por las mismas cifras oficiales del desempleo, que nos regresan a la insufrible realidad, a nuestro eterno ¡ñacas!

Martín Vélez

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