Roberto Garduño
Periódico La Jornada
Domingo 7 de febrero de 2010, p. 9
La fallida conducción política del país, el aliento de la corrupción en todos los ámbitos y la violencia descontrolada nos están conduciendo de nuevo al virreinato; ojalá los mexicanos lo entendieran, porque si fuera así, el pueblo se indignaría, participaría y no dejaría el poder en manos de políticos inmorales y corruptos. Eso se llama rebajamiento, y en esta hora quien debe mostrar firmeza es el pueblo
, advierte Juventino Castro y Castro, ministro en retiro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Integrante de la fracción del PRD en la Cámara de Diputados, solloza cuando reconoce la dejadez en que ha incurrido la sociedad frente a la ambición de los gobernantes. “El pueblo mexicano debería dar muestras ahora –como cuando se gestaron la Independencia y la Revolución– de indignación para rehacerse con lo mejor del pasado y del presente”.
–Persiste la idea del cambio encabezado por un líder carismático –se le inquirió.
–¿Por un líder? ¡No!, por el pueblo mismo, que se debe sentir soberano, y cuando atropellan su soberanía dice: ¡aquí estoy! Como no lo hace así, hay autoridades que pueden hacer lo que quieran y el pueblo no se indigna, y eso es lo que falla, definitivamente.
–¿Indignación como motor de cambio?
–Así es. Cuando un pueblo dice ¡no, y hasta aquí! Los caminos deben ser los pacíficos, no se debe recurrir a la violencia, pero claramente el movimiento es del pueblo. La inmoralidad, la corrupción y fenómenos como el narcotráfico promovidos desde las autoridades son alentados por la dejadez de los mexicanos.
–¿Se ha debilitado el ejercicio del poder?
–Este país dejó que se impusiera un presidente, a pesar de que se advirtió que era inepto, pero no se hizo caso y continuaron con él, y además tiene detrás a su partido, que por cierto es de mucho prestigio. ¿No ve usted lo que acaba de decir acerca de los matrimonios entre homosexuales?: que la Constitución señala que el matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer. No ha leído la Constitución.
–¿Y la conducción del país?
–No hay, porque no hay plan. Ahora el Presidente pide que los mexicanos nos unamos. La tarea de gobernar se la encomendamos a él, y ha fallado. Se requiere, como nunca, sentido común.
–¿La corrupción y las componendas se impusieron como forma de vida?
–Estábamos bien encaminados; gozábamos de un prestigio muy alto en el continente. ¿Qué sucedió? Evidentemente, malos actos de administración. Nos ganó la corrupción. Esto pudo haberse muerto en su tiempo, pero se dejó y aun con el cambio de partido en el poder no mejoró en lo más mínimo. ¿A quién atribuirle la corrupción? A los gobernantes, a los partidos que no han querido entender que lo importante es ver por el bien del país, del pueblo, y ya dejarse de llegar al poder para rascar, materialmente, todo lo que puedan a su favor.
–¿Los políticos y la política distantes de los ciudadanos?
–Nos hemos dejado una República democrática. ¿Y qué ha hecho el pueblo?: ceder el poder por medio de los candidatos de los partidos, no del ciudadano. Han fallado las autoridades, los candidatos y los partidos, pero creo que la mayor falla es del pueblo. Los partidos políticos propiamente son instituciones que acreditan cierta ideología, pero si la ley dice que sólo a través de los partidos puedes tener representantes, y éstos son representantes de los partidos, no del pueblo, pues entonces se desprenden la ambición, la inmoralidad y el poder de la corrupción. Y es ahí cuando los ciudadanos deben erguirse y decir ¡basta!
–Usted se refiere a la falta de cultura del pueblo. ¿Qué piensa del poder de los medios de comunicación en colusión con el poder político?
–Rechazo que el pueblo mexicano no sepa distinguir qué necesita y quiere; lo urgente es que actúe y no deje el poder en manos ajenas. Francamente, es ahora o nunca, porque, como vamos, México seguirá deteriorándose. Debe ser impulso natural. Se necesita un plan, un proyecto, y se requiere empezar por la educación. Hay un deterioro que me cae mal; si fuera la economía saldremos, pero el deterioro se presenta cuando ya no hay fuerzas para luchar.
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