miércoles, 16 de noviembre de 2011

MARCELO EL ESTADÍSTA

Luis Enrique Ortiz

Marcelo Ebrard Casaubón, MEC para sus operadores, es sin duda la gran figura del desenlace del mecanismo mediante el cual la izquierda electoral mexicana definió a su punta de lanza por la Presidencia de la República, para el año 2012. El indiscutible candidato, Andrés Manuel López Obrador, iniciará la contienda formal muy fortalecido, sin ningún cuestionamiento interno y ello debido a que MEC honró su palabra -cosa rara en los políticos contemporáneos- de sumarse sin chistar al ganador de una medición estadística previamente acordada -por ambos- y avalada por los partidos de la Revolución Democrática, del Trabajo y Movimiento Ciudadano, antes Convergencia. Al margen de la indemostrable suspicacia de si los resultados también fueron producto de un acuerdo, el jefe de gobierno capitalino se yergue como verdadero estadista, sabedor de que una izquierda dividida de nada le sirven ni a él ni al país. Hoy por hoy Marcelo Ebrard es la argamasa que une a los bloques tribales del PRD, principalmente a los del grueso sector, que controla los órganos de dirección nacionales de ese Partido, aglutinados en el membrete Demócratas de Izquierda y que de otra manera, nunca, bajo ninguna circunstancia hubiesen apoyado silentes y sin hacer gestos a López Obrador. Para decirlo en términos peyorativamente “chilangos”, Marcelo se las aplicó a Los Chuchos y a sus aliados; de éste bloque no faltará quien siga los pasos del ex perredista René Arce y prefiera sumarse a la cargada peñanietista, pero esa es otra historia. Por lo pronto, las huestes leales y aliadas del hidrocálido Jesús Ortega Martínez, cerrarán filas en torno a su principalísimo activo político que es nada más y nada menos el senador autoproclamado filojosealfredista, Carlos Navarrete Ruiz, quien se perfila como único abanderado de las izquierdas por la jefatura del Distrito Federal. Al mismo tiempo, darán su apoyo a AMLO. Así, MEC además de garantizar la estabilidad y el casi control del PRD, podrá ser senador, y desde esa cómoda e influyente tribuna sumar, sumar y sumar rumbo al 2018, que es su gran objetivo estratégico. Además, sin duda, controlará a un significativo número de integrantes de la LXII legislatura federal. Y no se olvide que tiene puentes muy sólidos con los gobernadores de los estados de Guerrero, Sinaloa, Puebla y Oaxaca, gobiernos a los que al menos les quedan cinco años de vida… El periodista originario de Guaymas, exitosamente avecindado en Mexicali, Jaime Delgado, puso el dedo en la llaga en cuanto a la candidatura presidencial de AMLO rumbo al 2012: “¿y la estructura electoral?”. Es que no es para menos. En el 2006 hubo casos que rayan en el escándalo, y es que en estados como Sonora o Jalisco, a pesar de reportar los “responsables” en el papel la cobertura del 100% de las casillas electorales, el día de la jornada electoral sólo hubo representantes en menos de tres de cada diez, un hueco enorme por donde bien pudo colarse el fraudulento 0.5% que según las cifras oficiales del IFE de Luis Carlos Ugalde, le dieron la victoria a Felipe Calderón Hinojosa sobre Andrés Manuel López Obrador. A El Breve Espacio le tocó participar en la apertura de casillas en aquel verano de 2009 y al menos en lo que respecta al distrito federal 03, con cabecera en Hermosillo, Sonora, al cotejar los datos de las actas con los votos dentro de las urnas, había diferencias de cientos de votos a favor del PAN, por casilla. Es decir, en las actas se computaba un número mayor de sufragios que las papeletas cruzadas realmente por Acción Nacional. Hubo al menos un caso, en que el representante de la coalición Por el Bien de Todos, firmó un acta fraudulenta, con casi 400 votos de más para Calderón. La porosidad de la estructura electoral, es un tema que debe revisarse al más alto nivel, si es que quiere Andrés Manuel que los sufragios –muchos o pocos- que logre el próximo año, sean celosamente vigilados por representantes no sólo de carne y hueso, sino debidamente capacitados y motivados para no dejarse comprar, intimidar o imposibilitar para la acción defensiva a favor de la izquierda. Si es que quiere.

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