domingo, 7 de noviembre de 2010

Las comparaciones: odiosas pero reveladoras

Lorenzo Meyer

Una batería de indicadores sobre el desarrollo de México apunta en la misma dirección: el país marcha por un rumbo equivocado.

Comparación

Hace dos milenios y medio que, en Grecia, la comparación entre instituciones y procesos políticos demostró su utilidad como forma de llegar a explicaciones de fondo. Hoy, en México y a una escala más modesta, el enfoque comparativo vuelve a mostrar su utilidad, como lo prueba el puñado de indicadores políticos que se han publicado en estos días y que permiten efectuar balances en torno a temas vitales para el país.

El indicador más difundido tiene que ver con un problema añejo y cuyas raíces están en la época colonial o antes: la corrupción pública. Ninguna sociedad en ninguna época ha logrado eliminar esa corrupción, pero algunas han logrado controlarla al punto que no interfiere con el funcionamiento del sistema en su conjunto. Otras, por el contrario, se ven avasalladas por el problema al punto que éste constituye el principal obstáculo al desarrollo de su proyecto nacional.

Desde su independencia hasta la actualidad, México se encuentra entre los países desbordados por la corrupción y un indicador recién publicado ha confirmado tan amarga realidad. Transparencia Internacional (TI) define corrupción como "el abuso de un poder conferido para obtener una ganancia personal". TI acaba de publicar su último índice de percepción de corrupción mundial, el de 2010, (www.transparency.org/policy_research/surveys_indices/cpi/2010/results) y en él México sale mal parado. Se trata, es verdad, de meras percepciones, pero elaboradas con datos procedentes de siete fuentes diferentes. Por su calificación -muy baja, de apenas 3.1-, México comparte su lugar conBurkina Faso y Egipto, ¡vaya compañía! En esa lista mundial, Dinamarca, Nueva Zelanda y Singapur se encuentran clasificados como los países menos corruptos en tanto que Somalia, en el sitio 178, es el ejemplo de corrupción en estado puro. Con su 3.1 sobre 10, México tiene el lugar 98 y, por estar reprobado en materia de honestidad pública, se encuentra mucho más cerca de los casos "desahuciados" como Somalia, Haití o Mongolia, que de nuestros supuestos "socios" del norte, Estados Unidos (7.1) y Canadá (8.9). Finalmente, por lo que hace a nuestros competidores en el mercado mundial, las economías emergentes de Brasil, China e India, todos tienen también problemas serios de corrupción aunque ligeramente menores que el nuestro.

Y si nos comparamos ya no con otros países sino con nosotros mismos, el resultado no es mejor. Este año es el peor de toda la serie y 2001, con una calificación de 3.7 y el lugar 51, fue el menos malo. En suma, como quiera que se le vea, en materia de honestidad pública vamos para atrás.

Aquí vale la pena recalcar que el cambio de régimen político del año 2000 no ha producido una mejora en la calidad de nuestra vida pública pese a que el partido en el poder desde hace un decenio, el PAN, por más de 60 años como opositor descalificó al antiguo sistema autoritario precisamente en su alto grado de corrupción. Sin embargo, ya en el poder, el PAN ha terminado por presidir una trama tan o más corrupta que la anterior. Es más, de acuerdo con los datos de TI, resulta que en materia de corrupción estábamos un poco menos mal en los tres últimos años del PRI -cuando empezó a publicarse el índice en cuestión- que ahora, cuando gobierna el partido que desde su origen en 1939 se presentó como la única opción política "honesta".

Desarrollo democrático

Otro índice interesante que acaba de aparecer es el deDesarrollo Democrático (IDD) para América Latina (www.idd-lat.org/informes_x_pais/103/2010-mexico.html). Este indicador fue elaborado por la consultora PoliLatcon apoyo de la Fundación Konrad Adenauer, de Alemania. El IDD parte de este supuesto: "la democracia engloba, a la vez, los aspectos normativos o institucionales del proceso de gobernabilidad y la praxis social, así como la participación efectiva de los ciudadanos en la definición de las prioridades y de las orientaciones que guían las políticas gubernamentales". Por tanto el IDD se elabora combinando datos sobre libertad política, desempeño económico y efectividad institucional. En el IDD México obtuvo el lugar 7 entre 18 países de nuestra región, lo que en principio no está mal, pero resulta que la mejor puntuación de esta medición la logró nuestro país en 2003 y la de este año representa una caída de 18 por ciento respecto de la de hace siete años, pues pasó de 6.6 a 5.4. Así pues y como sociedad, tanto en el combate a la corrupción como en el desarrollo democrático, no sólo no avanzamos, ni siquiera hemos podido mantener la posición que alguna vez alcanzamos sino que hemos retrocedido.

Otros indicadores que apuntan en la misma dirección

En el año 2000, México fue clasificado como el país con la décima economía del mundo, pero en este año ya cayó cuatro lugares y se encuentra en el puesto 14 (El País, 24, octubre, con datos del FMI). Como el año entrante se pronostica una desa- celeración en nuestro crecimiento económico, no sería impensable que Corea del Sur nos desplace y sigamos cayendo un poco más en la clasificación.

El Legatum Institute (www.li.com) es una organización que se define como independiente y apartidista con sede en Gran Bretaña y Dubai, y acaba de publicar su cuarto índice mundial de prosperidad, donde mediante la combinación de 89 variables, que miden riqueza material y calidad de vida, se compara la situación de 110 países. México ha quedado casi a la mitad del conjunto, en el lugar 53, pero resulta que el año pasado ocupaba una mejor posición: la número 49, que hoy le pertenece a Arabia Saudita. El pobre crecimiento económico real de los últimos años -menos del 1%- y la debilidad en el cumplimiento de la ley son algunos de los indicadores que hicieron descender al país en esta dura competencia mundial en torno a la prosperidad.

Veamos otros indicadores que apuntan en la misma dirección. Para empezar está el tristemente célebre "Ejecutómetro" publicado por Reformay que consigna las muertes violentas relacionadas con el narcotráfico. En 2006 este indicador registró 2 mil 119 muertes vinculadas con el narcotráfico; en 2009 la cifra subió a 6 mil 587 y en lo que va de 2010 -el registro llega al 30 de octubre- la cifra ya asciende a 9 mil 872; es casi inevitable que al finalizar el año el registro sobrepase las 10 mil muertes.

De acuerdo con los datos presentados por el CIA World Factbook, el índice de Gini que mide la desigualdad en la distribución del ingreso -un indicador donde el cero significa igualdad total y el uno desigualdad total-, a México se le asignó el 0.47 en 2006 pero el 0.48en 2008. Se trata, obviamente, de un cambio pequeño pero lo relevante es que va en el sentido equivocado, el de un aumento en la desigualdad. De acuerdo con los datos de la OCDE, estas mediciones de desigualdad social muestran que el país es un poco menos desigual de lo que era en el año 2000 (0.51), pero también que comparada la situación del país en esta materia con la que imperaba a mediados de 1980 (0.54), cuando el neoliberalismo apenas iba a iniciarse, resulta que la desigualdad era entonces menor de lo que es hoy (http://stats.oecd.org/Index.aspx).

En conclusión

La alternancia de partidos en el poder que tuvo lugar en México en el año 2000 no ha tenido el impacto benéfico que prometió. La transición política no ha sido tal pues no hay una mejoría en la calidad de nuestra vida pública. Los indicadores examinados muestran que el desencanto ciudadano de hoy tiene bases objetivas y que la sustitución del PRI por el PAN en la Presidencia fue sólo un cambio para que todo quedara igual o incluso peor.

Nota incidental de pie de página

John Dimitri Negroponte, embajador de Estados Unidos en México entre 1989 y 1993, acaba de declarar que en 1993, en San Diego, California, y al final de las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de la América del Norte, Carlos Salinas le ofreció a su contraparte norteamericana, el presidente George Bush, abrir la industria petrolera mexicana a la inversión extranjera. Sin embargo, tan interesante oferta no fue aceptada porque el propio Negroponte le hizo ver a Bush que la Constitución mexicana prohibía ese tipo de inversión y aún no había condiciones para modificarla. Así pues, hace 17 años un presidente mexicano ofreció a Estados Unidos lo que ni podía ni debía y un embajador norteamericano aconsejó rechazar la oferta por inconstitucional (La Jornada, 27 de octubre, 2010). Lo revelado por Negroponte confirma que de principio a fin Salinas y el salinismo estuvieron envueltos en la ilegalidad y, sobre todo, en la ilegitimidad.

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