Federico Arreola
En los primeros meses de 2006, reunidos en la sala de juntas de la oficina de Andrés Manuel López Obrador, éste informó a su equipo de campaña, en el que yo participaba, que visitaría Sonora, pasaría por el municipio de Magdalena de Kino y en esta localidad se detendría en el panteón para dejar una ofrenda en la tumba de Luis Donaldo Colosio y su esposa Diana Laura Riojas. Después de haber realizado ese anuncio, Andrés Manuel me invitó a acompañarlo. Lo hice y para mí resultó muy emotivo participar en el homenaje que un candidato presidencial de izquierda rendía al asesinado candidato presidencial del PRI.
Menciono lo anterior por un "debate" que ayer se dio en las redes sociales de internet. Dije en twitter que Colosio fue un gran hombre que sigue inspirando a los mexicanos. Estoy convencido de ello y lo expresé simplemente porque alguien me comentó que ha estado leyendo un libro que escribí sobre Donaldo.
El empresario Lorenzo Zambrano, muy activo en twitter, estuvo de acuerdo con lo que dije y difundió entre sus seguidores mi opinión sobre Luis Donaldo Colosio. Por la importancia de Lorenzo, que continúa siendo el hombre de negocios mexicano más "globalizado", muchas personas dieron su punto de vista. Algunas, las más, manifestaron su admiración por Colosio. Otras, sobre todo las que presumen un izquierdismo extremo o radical, se lanzaron a ofender a Luis Donaldo. Lo menos que le dijeron fue "derechista" al que López Obrador, según ellos, desprecia.
Pues no es así. Andrés Manuel no sólo, en su momento de mayor popularidad, honró la memoria de Luis Donaldo, sino que tiene actualmente en su equipo, en un lugar muy destacado, al político colosista que desde marzo de 1994 ha actuado con mayor dignidad, Alfonso Durazo.
No creo que ningún colosista de los que militan todavía en el PRI pueda presumir un comportamiento tan vertical como el de Alfonso, que por algo está con López Obrador y no con su paisano Manlio Fabio Beltrones, que fue muy cercano a Colosio pero al que no honran su pasado reciente al lado de Roberto Madrazo y su actual alianza con Carlos Salinas de Gortari. Considero a Manlio, a pesar de tantas cosas que nos separan, un buen amigo. Y así lo voy a ver toda la vida. Pero me apena no verlo en la trinchera de los que de verdad luchan por la democracia.
Me apena igualmente ver a otro colosista, Liébano Sáenz, en calidad de acólito de Enrique Peña Nieto. Liébano ha tenido más o menos los mismos cargos públicos que Durazo. Es decir, los dos han estado en la Secretaría Particular de Los Pinos y los dos gozaron de la cercanía y el aprecio de Colosio. Lo único que los diferencia es que Liébano insiste en fortalecer el viejo autoritarismo priista, mientras Alfonso está ahora muy comprometido con el cambio democrático.
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