Por el Lic. Mefistofeles Satanas
I. El Muerto
“Hay muertos que no hacen ruido, Llorona, y es mas grande su pesar…”
El economista de derecha y siervo del régimen, Macario Schettino, se avoco a preguntar sobre la muerte de la revolución mexicana en un articulo que aparece en el Universal el 19 de noviembre. Cita don Macario a gente de gran renombre, por ejemplo, Jean Meyer, el cual afirma que “…la Revolución Mexicana es una invención (legítima, normal, natural) a posteriori de los políticos, ideólogos, historiadores. Y nos encontramos atrapados entre la necesidad de conservar algo de memoria (…) y la necesidad de acabar de una vez para siempre con ese culto reaccionario del pasado (Marx dixit)…” A tal cosa este chamuco pendejo afirma que si, es una invención, en gran parte formada en el imaginario popular por el cine. Pancho Villa se convierte en Pedro Armendáriz y a su vez este degenera en Agallón Mafafas. Y les aseguro que, en México, Agallon Mafafas es más conocido que Marx, al cual en su casa lo conocen.
Schettino cita también a gente del calibre de Alan Knight, Javier Garcidiego, José Antonio Aguilar Rivera, y Adolfo Gilly. Y después de sopesarlos concluye: ”…hay el intelectual que privilegia el sentimiento, el que enfatiza la historia de bronce, el que agota los archivos, el que usa anteojeras ideológicas y el que percibe una lucha de ideas de largo plazo. Y no están en orden, le dejo a usted el trabajo de acomodarlos…” Con nada de esto el chamuco no tiene bronca, excepto la terquera de don Macario de no citar o consultar a Agallon Mafafas, pero eso se lo adjudico a las “anteojeras ideológicas” de Schettino.
Don Macario concluye, a partir de lo que cita de estos autores que: “…lo que parece ya claro es que la Revolución Mexicana es, precisamente, un mito, creado y fomentado por quienes resultaron finalmente ganadores de la serie de guerras civiles provocadas por la salida de Díaz del poder. Es un mito tal vez natural (Meyer), o con sustrato histórico (Knight), o nacido de la vida (Gilly), pero es un mito. Tres historiadores de la Revolución que hoy ven al mito, pero que hace un par de años no lo hacían…”
Es aquí donde el chamuco objeta. Un mito, por definición, es inmortal. Entonces, la revolución no puede morir si es tal. El mismo Gilly ansina lo afirma: “los mitos nacidos de la vida no se mueren”. Q.E.D. Toda esta discusión sobre si se ha muerto o no la revolución es una necedad. Para el caso se podría discutir si ha muerto la guadalupana o el águila y la serpiente (esto último si es posible).
Sin embargo, a un “mito” NO se le tiene que temer. (¿Usted le teme a Blanca Nieves?) De ahí la insistencia de los hombres del poder (y de los jilgueros a su servicio) de que sea la revolución, en efecto, un “mito” y tratar a toda costa de desdentarlo: la plutocracia si le teme a este “mito” por el hecho de que es inmortal y recuerda su fiereza. Vamos a desglosar porque la insistencia de los jilgueros de los patrones que la revolución es, tan solo, un “mito”.
II. Las Bandas Milenarias
En la primavera de 1911 tomó lugar la toma de Ciudad Juárez por los maderistas. Los científicos, encabezados por don Ivo Limantour, le habían perdido la confianza a Don Porfirio, el buitre viejo (como lo llamaban los Flores Magón), En efecto, el viejo ya no era el formidable hijoeputa que alguna vez había ordenado “mátalos en caliente” y menos el mascavidrios que había aterrorizado a los zuavos. Los científicos pensaron que tal vez podían “ganar la paz” imponiéndole a Madero condiciones. Después de todo, el señor Madero era hacendado. Perro no come perro, ¿verdad?
En su carta de renuncia el dictador escribe: “…el pueblo mexicano, ese mismo pueblo que me colmo de honores, se ha levantado en bandas milenarias en contra de mi gobierno…” Permítanme repetirlo: “bandas milenarias”. NO estamos hablando de marchas de pendejos fascificos vestidos de blanco (bueno, tal vez con calzón blanco en el caso de los zapatistas) portando una puta veladora. Tampoco estamos hablando de chavitos pendejos que se creen los Dorados por tomarse una puta foto en el parque hundido. Vamos, ni siquiera estamos hablando de plantones en Reforma o de llenar el zócalo. Nada de esto es la revolución.
Cuando don Porfirio habla de las “bandas milenarias” estamos hablando de un alzamiento generalizado, incluyendo a catrines y sombrerudos, sin distinción de clases sociales. ¡Tanto que pregonan los PANistas la necesidad de unidad! ¡Se les olvida que la ultima vez que realmente se unieron los mexicanos fue para tumbar a don Porfirio y luego, ya enchilados, a Huerta!
Vamos a citar a Gilly: “…(la revolución fue) una insubordinación radical contra uno de los sucesivos órdenes de la dominación y la opresión (…) una ruptura violenta e intempestiva de una institución estatal (…) una forma política de la dominación que los subordinados YA NO ACEPTABAN…”. Schettino pendejamente devalúa lo que afirma Gilly y la caga diciendo “…lo que no aclara Gilly es cuándo o en dónde ocurrió eso…” Carajos, don Macario, ocurrió del Bravo al Suchiate, y tuvo su punto álgido en Ciudad Juárez. ¡Que un alma misericordiosa le preste a don Macario un Casasola! De ahí la importancia (para los patrones de Schettino) de que la revolución sea, en efecto, un “mito”. NO se puede (NO se debe) recordar que, en efecto, los mexicanos de entonces NO fueron agachones y sumisos. NO se debe recordar que unidos mandaron, con las armas en la mano, a la chingada a las instituciones del buitre viejo (la tienda de raya, los latifundios, los privilegios de los extranjeros). NO se puede recordar que, en efecto, derrotaron al ejército profesional del dictador. ¡No! ¡No! ¡No! ¡Esas son mentiras! ¡Es un “mito”! ¡Política ficción!
También es importante convertir en un “mito” el que un hacendado pirrurris medio pendejón y muy idealista se haya rebelado al grito de “sufragio efectivo, no reelección”. ¡No! ¡Eso es otro “mito”! Digo, ¿desde cuando los mexicanos, especialmente los pirrurris, tienen los huevos para protestar contra un fraude electoral con las armas en la mano? ¡Impensable! ¡Política ficción, carajos! (Y preguntenle a Obregon, en sus últimos momentos de vida, cayendo lleno de plomo en la Bombilla, si lo de “no reelección” lo considera un “mito” o si iba en serio.)
Y la primera parte de ese lema, “sufragio efectivo”, es la que NO se ha cumplido. El mismo Schettino hace alusión a “la revolución interrumpida”. ¿Y que seria “sufragio efectivo”? Pos les diré lo que NO es. “Sufragio efectivo” NO es el IFE del ahijado de la Chucky, Fraugalde. “Sufragio efectivo” NO es la amiguis Mari Carmen Alaniz en el TRIFE haciendo tranzas a favor de los Chuchos. “Sufragio efectivo” NO es comprar votos y conciencias con cemento, block, varilla, y tinacos.
Les seré franco. Para mi “Sufragio efectivo” es fusilar a los delincuentes electorales. Y no acusen a este chamuco pendejo de ser violento porque su servidor NO fue el primero en sugerirlo. Según lo afirmó Paco Ignacio Taibo II, eso es lo que Pancho Villa haría, fusilar a los delincuentes electorales. Ni oste ni yo semos suficientes hombres para contradecir a mi general, ¿verdad?
Pero no, insisten los jilgueros de los nuevos científicos, el que los mexicanos alguna vez hayan tenido los huevos de alzarse y hacerse matar por el “sufragio efectivo” es un “mito” ¡y no se debe recordar! (Después de todo, es mas importante el hecho de que vamos al mundial.) ¡Se trata de política ficción! ¿Por qué recordar eso? ¡Violentos! ¡Desadaptados sociales!
También debemos de considerar un “mito” a los Flores Magón. ¡Imagínense! Se supone que estos hermanos eran unos periodistas que NO se dejaron comprar por el régimen, que rehusaron el chayote, que no se doblegaron a pesar de las amenazas, que siguieron jodiendo al buitre viejo desde el exilio, que armaron bandas de sombrerudos y de poetas (Praxedis Guerrero). ¡Esto tiene que ser un mito! ¡Es imposible que, en el México de los periodistas arrastrados y mediocres y coyones como López Droguira, el tal Ciro o el Mierdenio o el panzon misogino Jealy se mencionen a los Flores Magón! ¡No pueden haber existido! ¡Son un “mito”! ¡Política ficción!”
¿Y el honor del ejército? ¡Eso también es un “mito”! No recordemos la historia. Olvidémonos que el ejercito se cubrió de mierda en la decena trágica (lo volvió a hacer una tarde de octubre del 68 y lo hace hoy en mil retenes). Por otra parte, olvidémonos también de los muchachos de la escuela naval de Veracruz y del pueblo veracruzano enfrentándose, con huevos, a los marines en 1914. ¡Que sea también un “mito” olvidado que el general Felix U. Gomez le partió la madre a la vanguardia de la expedición punitiva en el Carrizal! ¡Y ciertamente es un “mito” que el ejercito le partió la madre a los terroristas cristeros! ¡Líbrenos San Vergon de recordar eso! ¡Que se considere un “mito” y se olvide que los Juanes se una vez se atrincheraron a la orilla del Coatzacoalcos a esperar a los ingleses, que estaban enchilados por la expropiación! Acuérdense: México tiene un tesorito y este hay que dárselo, como las nalgas, a los extranjeros. ¡Que el ejército no recuerde que algún día defendió a la patria! ¡Eso del “honor” tan solo un “mito”!
¿Entienden ahora por qué la insistencia de hacer un “mito” de la bola?
III. La Naturaleza del “Mito”
“Cuando todo mexicano/Sepa leer y escribir/México será mas grande/Mas prospero, mas feliz” — sonsonete de las campañas de alfabetización de principios de los sesentas
El “mito” no es gentil o bondadoso. El mito tiene la cara descarnada de la calaca catrina. El “mito” tan cruel como los cornetas de la caballería federal tocando las notas del “deguello” (cuando no se pide o se da cuartel). Las coplas de la Adelita delatan su fiereza: “que corran arroyos de sangre a que tirano nos quiera gobernar”.
La descripción de Bachimba después de la hecatombe que desató Pascual Orozco soltándole una maquina loca a los federales les da idea de por qué el miedo a este “mito” no anda en foxes:
“Bachimba…un breñal perdido en el desierto en medio de una inmensa soledad. Bajo una noche estrellada los coyotes le aúllan sus tristezas y su hambre a la luna. Veo los montones de muertos que engordan a los zopilotes. Veo sus dientes pelones a la luz de la luna. Parece que los difuntos se mofan de los vivos. Puedo ver los huaraches en los pies de un muerto. El zumbido de las moscas es constante. Los cuerpos están engusanados e hinchados. El polvo lo cubre todo. Hay un frío de la chingada. Nadie había enterrado nada ahí; ni siquiera habían enterrado a los muertos…” — El Ultimo Tren
Repito: el miedo NO anda en foxes. Esta es la cara cruenta y salvaje del “mito”. Tanto en la izquierda como en la derecha muchos le temen al “muerto”, al “mito”. Naiden lo quiere invocar o revivir. Pero hay unos, como Calderón y el porro Lozano, que insisten en andar rascándole las bolas al tigre y en andar de noche por los camposantos. Arriesgan que se les aparezca el centauro.
Pero hay una faceta del “mito” del que hay que enorgullecernos. Tomemos tres instancias. Primero, cualquiera de las muchas ocasiones en que el centauro se hizo justicia con la mitigüeson en la mano. Segundo, la cohetiza y jolgorio que duró horas (según lo afirman los testigos), en toda la republica, después del decreto expropiatorio que leyó el general Cárdenas. Y tercero, las campañas de alfabetización masiva o los excelentes servicios (que en algunas instancias si llegaron a serlo) que ofrecía el IMSS (todo esto antes de la llegada de la Chucky o de las guarderías subrogadas).
Sobre lo primero, como lo afirma Taibo, Pancho encarna al pueblo mexicano haciéndose justicia por su propia mano. ¿Y por que es ansina? Por dos razones. Primero, porque tiene los tompiates para hacerlo y segundo porque, igual que hoy, los jueces porfirianos eran venales e hijoeputas y las leyes del régimen estaban diseñadas para joder a los pobres y proteger a los ricos.
La expropiación es otra cara de la revolución. Es el pueblo decidiendo sobre el patrimonio nacional. Es el águila (y el pueblo que lo sigue) que regentea sobre la serpiente. Y recordemos que para los antiguos mexicanos la serpiente (coatl) NO era perversa: representaba la madre tierra y sus tesoros. Con razón Fox, inconscientemente, porque entoloachado como andaba dudo que jamás pudiera hacer algo razonado, “capó” al águila y la convirtió en el “águila mocha”. Bajo Fox esa águila, debilitada, ya no seria soberana sobre los tesoros de la tierra mexicana. Estos se le entregarían a los extranjeros.
Y finalmente las campañas de alfabetización de los sesentas y los servicios médicos gratuitos del IMSS completan la cara “bonancible” de la revolución interrumpida. Es decir, tenemos al pueblo indómito que se hace justicia con el arma en la mano. Tenemos al águila regenteando sobre su patrimonio. Y finalmente tenemos al pueblo recibiendo lo que le corresponde como derechos: educación y servicios médicos. Faltó, carajos, el sufragio efectivo. Ese se ahogó en la mierda de casi ochenta años del PRIAN.
IV. El Pellejito del “Mito”
“Malgre tout” — inscripción en una obra de arte porfiriana que alguna vez estuvo en el Paseo de la Reforma y que mostraba a una doncella indómita e incapaz de ser doblegada
Acabo entonces con este relato maldiciente e impropio contándoles lo sucedido una tarde en que hubo una emboscada en Parral. Acabose la balacera cuando se presentó un capitán de la guarnición de Parral con un piquete de soldados. Dentro del carro del centauro habían varios cuerpos irreconocibles y llenos de plomo. No estaban seguros los pelones si entre los muertos estaba, en efecto, Pancho Villa. Mandaron traer a doña Austreberta Renteria, una de tantas mujeres del centauro para reconocerlo.
”¿Es este su Pancho?” preguntó el capitán federal.
“Ay, capitán, no se. A ver, bájenle los calzones para ver si le reconozco el aparato.”
“A ver, ¡sargento!” ordenó el capitán.
“No mi capitán,” insistió doña Austreberta, “oste hágalo.”
“¡Pero señora!”
“Si no, no lo reconoceré,” dijo doña Austreberta con firmeza.
A regaña dientes y con cierto asco el federal le bajo los calzones al muerto. ”¿Es su Pancho señora?”
“Ay, no se, capitán, jálele el pellejito.”
“¡Oiga señora!”
“Si no, ¡no lo reconozco y me voy!” dijo doña Austreberta.
El militar no tuvo opción y le jaló “el pellejito” al muerto. ”¿Lo reconoce señora?”
“¡Ay! ¡Si es mi Pancho!”
“¿Y como lo reconoció señora?”
“Es que él decía que aun después de muerto ustedes le iban a pelar la verga.”