Juan Pablo Proal
“En este programa siempre hay víctimas y victimarios, pero la víctima no puede ser una putita”: Laura Bozzo.
La
orden que Laura Bozzo dicta a sus “investigadores” es contundente:
¡háganlas llorar! La participación de los panelistas durante el programa
debe ser “convincente”, ni exagerada ni parca.
El programa
funciona con una estructura ordenada. Primero, el equipo más cercano a
la conductora peruana define el tema; después, manda a sus
“investigadores” a colonias populares del Distrito Federal y zonas
aledañas. Ellos viajan en una camioneta sin rotular y propiedad de la
empresa Televisa. En las colonias marginales se encuentran con los
“buscapanelistas”, trabajadores del show que se dedican a encontrar
casos trágicos.
En las paupérrimas zonas de la Ciudad de México no
son extrañas las historias de abuso y desesperanza, más bien son la
regla. Siempre hay una mujer que sufrió violación o aborto, la que es
golpeada por un esposo borracho o fue abusada por su padre. Los
testimonios desoladores están listos para ser potenciados en la pantalla
del “Canal de las Estrellas”.
“Estoy en México para ayudar, para sacar a mis mujeres adelante”: Laura Bozzo.
“Los
investigadores” platican con los candidatos a participar en el show
“Laura”, que se transmite todas las tardes por el canal estelar de
Televisa. Les explican que hablarán de su vida real, pero con “algunas
modificaciones”. Por ejemplo, si el programa tratará de un fraude, los
posibles participantes deben inventar que sufrieron la estafa y
posteriormente, cuando la conductora les pregunte por su vida, ahí ya
hablarán de su sufrimiento real.
A la par, los “buscapanelistas”
seleccionan a “los desgraciados”, hombres que ejecutan el papel ficticio
del abusador. Invariablemente, estos casos son falsos, pues en la vida
real no hay quien quiera exponer en público los probables delitos y
vejaciones que habría cometido contra sus supuestas víctimas.
“Si esto es armado se van, porque en este programa la que pregunta soy yo”: Laura Bozzo.
“Uno
tiene que pensar cómo hacerlo, cómo irlo armando” me explica una
persona cercana al equipo de Laura Bozzo, quien me pide conservar su
testimonio bajo el anonimato para evitar problemas con la peruana.
“Si
la persona se desenvuelve bien o llora, si su testimonio es creíble,
Laura te felicita, si no te cree te despide al aire”, me describe.
“¿A usted la investigadora le ha hecho aprender un texto?”: Laura Bozzo.
Si
el panelista se muestra frío, Laura Bozzo habla con “los
investigadores” y les pide recordarle los hechos dolorosos de su pasado.
Entonces, las víctimas lloran y ya están listas para salir al aire.
Por
cada participación la paga es de 700 pesos. Si el desempeño del
panelista agradó a Laura, entonces les regala un extra, como algún
electrodoméstico menor. No obstante, si el testimonio no fue creíble,
entonces el dinero no llega e incluso sancionan al “investigador”.
“La voy a destrozar, maldita, perra, saquen a este monstruo de acá”: Laura Bozzo.
Los
protagonistas del programa generalmente salen gustosos en la
televisión, se emocionan ante la idea de ser proyectados en el canal de
las Estrellas. Hay casos en los que, mediante la Fundación Televisa,
Laura incluso les ofrece pagar alguna intervención quirúrgica si el
testimonio lo amerita.
En el trato del día a día, Laura es déspota
con sus empleados. Los ofende y denigra, incluso al aire. Lo mismo ha
hecho con algunos panelistas, al grado tal de amenazar de muerte a una o
tildar de “putita” a otra, lo que le valió un pronunciamiento del
Consejo Ciudadano por la Equidad de Género en los Medios de Comunicación
para exigir que su programa sea retirado del aire.
“A
mí me pueden decir cualquier cosa, cualquier cosa me pueden decir,
hasta teibolera te lo acepto, hasta prostituta te lo acepto, pero
descerebrada a mí no me va a decir nadie”: Laura Bozzo.
El
programa de Laura Bozzo es uno de los más vistos en la televisión
mexicana, con 10.7 unidades de raiting según el portal Raitings México.
Esta conductora peruana, que fuera aliada del corrupto régimen de
Alberto Fujimori, ha sido señalada en su país de fabricar montajes y
lucrar con la pobreza.
Desde que en 2011 apareció en las pantallas
de Televisa, después de romper con Televisión Azteca, ha encabezado
incidentes en los que públicamente acorrala, humilla y ofende a sus
panelistas, amén de lavarle la cara a la empresa de Azcárra Jean
mediante las “buenas obras” que durante el show promete la Fundación
Televisa.
¿Cómo trata Laura a los empleados del show? Le pregunto a
la fuente cercana al equipo. Me responde sin ápice de duda: “Está loca,
es casi esquizofrenia, te grita, te dice que eres una mierda, una
basura, llama a los abogados de la empresa para levantarte actas. Hace
llorar a la gente”.
Twitter: @juanpabloproal