lunes, 23 de agosto de 2010

Lamentable injerencia de la Iglesia Católica en asuntos del Estado

Rubén Durán Cachón

Se comprueba una vez más, que en un mundo que avanza y evoluciona acorde con el tiempo, las instituciones que se basan en dogmas de fe y en concepciones ideológicas arcaicas, rígidas y sin lógica, si no se adaptan a la evolución natural de las sociedades, van quedando rezagadas, pierden credibilidad, y hacen el ridículo en su empeño por conducir la conducta de los pueblos basándose en la premisa de poseer “la verdad absoluta”: es el caso de la Iglesia Católica.

No obstante el gravísimo desprestigio que recientemente ha tenido esta Institución por los incontables casos de prácticas pederastas de el padre Marcial Maciel (máximo representante de Los Legionarios de Cristo) y numerosos sacerdotes de la grey católica, que jamás fueron condenados y refundidos en prisión como lacras infames de la sociedad, hoy, algunos ministros de la alta jerarquía eclesiástica, como es el arzobispo de Guadalajara, Juan Sandoval Iñiguez, violando la Constitución, se atreven a levantar calumnias en contra de los magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al decir que la resolución favorable para la legalización de los matrimonios en personas del mismo sexo y la posibilidad de adoptar hijos, fue producto de la compra de conciencias con dinero (como se entiende por su expresión que fueron “maiceados”) por parte del Jefe del Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard Casuobón.

Estas declaraciones de Salvador Iñiguez, así como las del vocero de la Arquidiócesis de México, Hugo Valdemar, quien expresó que “el gobierno capitalino ha creado leyes más destructivas para la sociedad que el narcotráfico” y que “Marcelo Ebrard y su partido, el PRD, se han empeñado en destruirnos”, resultan gravemente violatorias de la Constitución que prohíbe la injerencia de la Iglesia en asuntos del Estado, además que si no pueden probar sus dichos caen en el delito de difamación, calumnias y daño moral en contra del gobierno del Distrito Federal, de la Suprema Corte y en violación de leyes electorales al agredir a un partido político.

No cabe duda de que si no se hubiera puesto un freno al poder de la Iglesia Católica, seguirían sacrificando en la hoguera a los que no comulgan con sus creencias, y asesinando a personas por el solo hecho de tener preferencias sexuales “diferentes”, y a quienes como el famoso científico Italiano, Galileo Galilei, gran precursor de la astronomía moderna, la Santa Inquisición lo condenó, en l633, a cadena perpetua por haber demostrado que la Tierra giraba alrededor del sol y no era el centro del Universo como afirmaba por ignorancia la Iglesia Católica.

Más aún, ¿con que calidad moral la Iglesia Católica pretende defender los matrimonios heterosexuales como eje inamovible de la sociedad cuando existe la prohibición entre sus sacerdotes y monjas para que puedan casarse y formar una familia?

Por otra parte, retomado una nota enviada por una ciudadana a una estación de radio (perdón, no memoricé su nombre para darle el debido crédito) quien mencionó que conoce casos de niños que fueron abandonados por sus padre y dejados al cuidado de personas homosexuales, creciendo y educándose hasta ser buenos profesionistas y ejemplares ciudadanos, y en cambio, los miles de niños y jóvenes que constituyen pandillas criminales en todo el país ¿acaso no la gran mayoría de ellos provienen de familias heterosexuales y practicantes del culto católico?

Para concluir, es verdad que no todos los sacerdotes son de la calaña del arzobispo de Guadalajara ni del vocero de Arquidiócesis de México, pues existen muchos que son respetuosos de la Ley, pero sí debe quedar bien en claro que a quienes atenten en contra de las leyes mexicanas, la Constitución y sus instituciones, deben ser castigados como a cualquier ciudadano. Es más, si ellos amenazan con la excomunión (como lo hiciera el arzobispo de México, Norberto Rivera, en contra de los diputados del Distrito Federal cuando se aprobó le Ley sobre el aborto), lo menos que debería hacer la Secretaría de Gobernación o la de Relaciones Exteriores, si se comprueba la falsedad de sus dichos, es desterrarlos de México, ya que son “embajadores” de un país extranjero, pues representan al Vaticano y no al gobierno de nuestro país.

dr_rubenduran@hotmail.com

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