Por Federico Arreola
09 de Septiembre, 2009 - 15:17
Unos bolivianos secuestraron un avión de Aeroméxico que venía de Cancún. ¿O venía de Bolivia? No lo sé de cierto. Estoy ahora en San Luis Potosí. Espero que llegue Andrés Manuel López Obrador, quien viene por carretera procedente de Ciudad Victoria, Tamaulipas. De aquí iremos a Guanajuato.
He leído, en mi Blackberry, que los secuestradores son, se supone, unos bolivianos. Estos lo hicieron nada más para hablar con Felipe Calderón.
El avión aterrizó en el aeropuerto de la Ciudad de México. Los secuestradores liberaron a los 104 pasajeros. La policía federal mexicana tomó la aeronave y detuvo a cinco personas.
Como guión de película de Hollywood es bastante malo. Como acto terrorista, es bastante torpe. Como hazaña de la policía de México es bastante pequeña.
¿De qué se trata? ¿Quién está jugando con fuego? ¿Qué se pretende?
¿Quieren asustar a la gente? ¿Buscan distraerla?
¿Por qué un día después de los nuevos impuestos que van a empobrecer todavía más a la población?
Por alguna razón lo único que se me viene a la cabeza es lo que hoy publicó Julio Hernández en La Jornada:
"El objetivo político militar está claro: el movimiento de resistencia pacífica encabezado por Andrés Manuel López Obrador. Contra él van todas las baterías...".
La reforma energética que el gobierno panista y el PRI no han podido sacar adelante vale cualquier atrocidad.
Esta noche, cenando en cualquier restaurante con López Obrador, le voy a preguntar su opinión al respecto.
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