Carlos Urdiales
En el correr de las discusiones, encuentros y desencuentros en el tema de la ley de Ingresos 2010 se van presentando varios sucesos dignos de ser recordados. Y quizá no es para menos si partimos de una miscelánea fiscal que como pocas veces logró unir a los polos más radicales y lejanos de nuestra política, el Consejo Coordinador Empresarial de un lado y Andres Manuel López Obrados del otro -para ejemplificar-, ambos reprueban enérgicamente lo hecho por los diputados, con la obviedad de sus distintas razones y argumentos.
En el PRI en lugar de atrasar una hora su reloj lo adelantaron año y medio, hoy toda lógica en los argumentos de Senadores y Diputados esconde la perturbadora definición de su candidatura presidencial para el 2012, el IVA de 15 o 16 por ciento sirve para medir las fuerzas de Manlio Fabio Beltrones vs Enrique Peña Nieto. La dirigente tricolor intenta minimizar el desgaste y daño que sus leales y ella tuvieron por impulsar el plan B del gobierno.
En el PAN lo mismo ríen que lloran cuando su dirigente nacional, César Nava asumido cómo un diputado más, logra desbarrancar lo conseguido. El coordinador de los senadores blanquiazules Gustavo Madero dice que la condenada ley de ingresos de los diputados es –era- una solución “sub óptima” o sea casi óptima. El 2 de septiembre en Palacio Nacional Felipe Calderón dijo con énfasis y aparente convicción que había llegado el momento de pasar de los cambios posibles a los cambios necesarios sin regateos de índole político… le faltó al presidente incluir los cambios o reformas sub óptimas como posibilidad.
El PRD busca acomodo en el escenario a partir de su incómoda minoría, pocos pero sectarios dicen los clásicos, y así les ocurre. Observan a los del PT tomar la tribuna, miran cómo los del trabajo calientan la candidatura presidencial de Andres Manuel Lopez Obrador y mientras tanto, votan a favor de la iniciativa que grava a todos y ofende a los suyos. Están ahí pero no gravitan. Nutren el debate gracias a las luces de algunos de sus miembros y por su vocación social, pero hoy deciden poco o nada.
Los árboles de nuestro bosque político son los partidos y sus integrantes. En la periferia, desde la Coparmex, Gerardo Gutiérrez Candiani, les espeta a la partidocracia toda que no sirven, que estorban al país.
Durante varios días la discusión y efervescencia de ciertos temas en ciertos sectores nos permitió conocer el rostro real de una comunidad virtual. Twitter, facebook, myspace e internautas en general, redes sociales de manera especial, adquirieron un rostro y un peso lo mismo en el Senado que en el Parque Hundido.
Se manifestaron contra el 3 por ciento de impuesto a internet. Sumaron de manera inédita su voz y presencia más allá de las computadoras y teléfonos inteligentes, fueron parte fundamental de la reflexión que acompañó a los senadores de la Comisión de Ciencia y Tecnología para anunciar públicamente su compromiso de echar para atrás esa intención recaudatoria que por sí misma valía casi 10 mil millones de pesos al año.
Los internautas salieron del anonimato cibernético, son millones y se organizaron, crearon una estructura horizontal, democrática y efectiva. Ahora están en los medios, en entrevistas de radio, televisión y prensa, y por supuesto en su cuna que es internet.
Sus argumentos van mucho más allá de las redes sociales, chats y ambientes por el estilo, pugnan por el desarrollo de México a partir del crecimiento económico, de la educación y eso se agradece.
La criticada ley de ingresos 2010 de los diputados ha tenido efectos diversos. Algunas reacciones y discursos eran previsibles por grillas y mediocres. Otras en cambio son luz en medio del túnel. La articulación de expresiones sociales como la de los internautas, mujeres y hombres, irrumpe positivamente en el escenario nacional.
A 200 años de la independencia y a 100 de la revolución, podemos estar presenciando el nacimiento de una nueva capacidad ciudadana para vincular y organizar, para comunicar y debatir. Se pueden empoderar. #internetnecesario puede transformarse en #cambiosnecesarios.
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