En la debilidad extrema, Felipe declara la guerra a los movimientos sociales. Sólo le quedan las armas y la complicidad del priismo salinista. Es una provocación calculada: desea la reacciòn popular para reprimirla y descabezarla, sembrando acciones criminales para "vincularlas" con el movimiento lopezobradorista.
Julio Hernández
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