sábado, 18 de abril de 2009

Represión en Cananea 1 de junio de 1906 – Cananea ¿? de abril de 2009

Daniel Arellano (kaosenlared.net)

Varias son las coincidencias que envuelven la expectativa de represión en contra de la huelga de los mineros de Cananea. Hace 103 años la represión brutal de la Dictadura de Porfirio Díaz, apoyado por soldados norteamericanos acabó la huelga, por ello la digna resistencia de los mineros de Cananea Sonora de 1906, se considera uno de los detonantes precursores de la revolución de 1910.

Recientemente el grupo industrial al que pertenece la mina de Cananea: GRUPO MEXICO esta involucrado en el caso de Pasta de Conchos en Coahuila 2006, en él, 65 mineros quedaron sepultados en la mina, murieron sin ser rescatados, hasta el momento sus cuerpos se encuentran ahí, por otra parte se esta a dos días del tercer aniversario en que la policía estatal, ministerial, auxiliar del estado, fuerzas especiales, la Armada de México y la Policía Federal Preventiva (PFP), durante un operativo represor asesinaron a Héctor Álvarez Gámez, El Güero de 26 años y Mario Alberto Castillo de 22 años, obreros de la Siderúrgica Lázaro Cárdenas-Las truchas (SICARTSA) Michoacán, asesinatos ordenados por el panista Vicente Fox, el perredista Lázaro Cárdenas Batel y los dueños de SICARTSA, los hermanos Julio, Sergio y Pablo Villareal.

Hoy la PFP se encuentra a las puertas de Cananea a la espera de la orden para reprimir, al igual que en el Puerto de Lázaro Cárdenas Michoacán, donde arribaron por lo menos seis camiones con elementos de la Policía Federal Preventiva el pasado 15 de abril ante bloqueo que mantienen desde la mañana del lunes pasado los agremiados a la sección 271 del Sindicato Nacional de mineros.

“Las fuerzas federales de apoyo (adscritas a la Policía Federal) han definido el operativo para desalojar a los mineros que tienen tomadas, desde hace 21 meses, las instalaciones de Grupo México en esta localidad sonorense… sólo esperan la orden.

“Cuando avancemos, ellos (los mineros) nos van a atacar desde las alturas”, advirtió el mando operativo a cargo de los mil oficiales de la Policía Federal desplegados en Cananea…si es necesario, se reforzará el operativo con personal que se encuentra en Nogales, Caborca, Puerto Peñasco, Santa Ana y Hermosillo. “Sólo esperamos la orden” publica hoy 18 de abril un periódico de circulación nacional, el mismo represor señala que los mineros tienen "asesoria militar"para preparar la defensa de la mina, version desmentida por mineros, "Con lo único con lo que nos vamos a defender si intentan entrar a la mina es con lo que está tirado en el suelo, a nuestro alrededor".

Aquí se presenta un breve resumen de la lucha de los mineros de 1906, reprimidos y asesinados brutalmente por soldados norteamericanos y mexicanos, una lucha de dignidad que como mexicanos jamás debemos olvidar.

Cananea 1906, cuatro años antes del gran estallido revolucionario de 1910, Cananea 11 de enero de 2008, en que los mineros fueron reprimidos por policías estatales, PFP y ejército mexicano, Cananea 2009 un año antes del 2010…

A mediados de 1906, cundía el descontento entre los mineros de Cananea, empresa yanqui que explotaba las minas de cobre, por los bajos salarios, los malos tratos y la discriminación reinante.[1]

El primero de junio mas de 5 000 mineros se declararon en huelga. Dirigían este movimiento Esteban B. Calderón, Manuel M. Diéguez y Lázaro Gutiérrez de Lara, quienes habían exaltado el espíritu cívico de los trabajadores mineros exhortándolos a lucha hasta morir.

Las condiciones materiales que dieron origen a la Huelga giraron en torno a las preferencias injustificadas. Poco a poco se fue generando el descontento de las masas trabajadoras hasta que, de pronto, se produjo la gota de agua que derramo el vaso.

"En efecto, hacia tiempo que existía cierta rivalidad entre los mineros mexicanos y los norteamericanos. Aunque aparentemente ambos desempeñaban idénticos trabajos y ganaban el mismo sueldo, no era así, pues a nuestros nacionales se les destinaba a los trabajos más pesados y los jornales, que ascendían de $3.00 a $5.00 diarios, eran pagados en oro a los estadounidenses y en moneda del país a los nuestros Más adelante, la compañía acordó un aumento de trabajo, que dio motivo para que los mineros mexicanos protestaran por el recargo de labores; sólo que tuvieron que conformarse ante la esperanza de que, a mayor trabajo, correspondería, como era justo, mayor salario. Sin embargo, esas esperanzas se vieron frustradas, pues al hacerles la liquidación de sus respectivos jornales, para nada se tuvo en cuenta el aumento".

Los mineros habían realizado reuniones secretas los días 28 y 30 de mayo donde habían acordado la huelga y en donde se habían precisado sus demandas: destitución de un capataz, sueldo mínimo de cinco pesos, jornada de ocho horas, setenta y cinco por ciento de empleados mexicanos, trato humanitario y derecho a ascenso.

En las primeras horas de la mañana del primero de junio más de 2 000 trabajadores recorrían los talleres y las minas para invitar a sus compañeros a ir a las oficinas de la empresa para exigir satisfacción a sus demandas. A las 10 horas, 14 representantes huelguistas entraron en la comisaría del Ronquillo donde los esperaban el apoderado de la negociación, el Presidente Municipal y otras autoridades.

"Fue Manuel M. Dieguez quien dio a conocer las pretensiones de los obreros, haciendo

saber que estaban inconformes con la preponderancia y la diferencia de los salarios que los

extranjeros gozaban, con las largas jornadas de 10 y 11 horas y con los salarios de $3.00

diarios; que en cambio pedían 5.00 como sueldo mínimo uniforme, 8 horas como jornada

máxima de trabajo y la destitución y cambio de algunos capataces que se significaban por su odio hacia los mexicanos.

El abogado de la empresa calificó de absurdas las peticiones. De inmediato Esteban B. Calderón las formuló por escrito para que quedara constancia de los hechos. Ante el rechazo de la empresa y la amenaza de las autoridades los obreros prepararon una manifestación por las principales calles de Cananea.

Mientras el gerente de la compañía William C. Greene y el Presidente Municipal, Barroso, llenos de pavor telegrafiaban al Gobernador de Sonora, Rafael Izábal, pidiendo auxilio inmediato, los mineros huelguistas buscaban la unidad y solidaridad del pueblo.

Por la tarde del primero de junio más de 3 000 mineros desfilaron hasta la maderería de la Cananea Cooper llevando al frente la bandera nacional y un cartel alusivo a sus peticiones, con el objeto de invitar a los obreros que aún seguían trabajando a unirse al movimiento, cosa que lograron. Los hermanos Metcalf, desde un balcón, arrojaron agua con una manguera sobre los manifestantes quienes primero reaccionaron lanzando piedras pero ante las balas de los gringos incendiaron los almacenes de la maderería, resultando muertos los dos hermanos Metcalf y diez trabajadores mexicanos. Los obreros, sin dar la espalda, cambiaron piedras contra balas; posteriormente asaltaron montepíos y se apoderaron de algunos rifles, escopetas y pistolas, pero el parque se agotó y quedaron nuevamente indefensos.

El Gobernador del Estado llegó al día siguiente, acompañado de 275 soldados norteamericanos, al mando del capitán Rynning, que el imbécil y acobardado "mandatario sonorense había tenido el cinismo de pedir al lado americano. La indignación del pueblo no tuvo límite, por lo que no permitió que bajaran de los carros los soldados rangers, quienes desembarcaron en Ronquillo, que era el centro comercial, para cuidar los establecimientos de la empresa.

Una nueva concentración obrera se organizó, esta vez para reprochar al Gobernador su cobardía, siendo encarcelados de inmediato todos los obreros que tomaron la palabra. Por la tarde los trabajadores resolvieron hacer otra manifestación, pero al poco andar se encontraron con un verdadero ejército de esbirros de la empresa, que con ayuda de los Rangers, dispersaron a los huelguistas.

Se organizó una verdadera cacería contra el pueblo. Se disparaba sobre todo mexicano que transitaba por las callejuelas de los suburbios de la ciudad. Fue entonces que Izábal ordenó la aprehensión de todos aquéllos que fueron considerados responsables de los acontecimientos. El tiroteo continuó hasta en la noche, cuando se reembarcaron los soldados americanos en seis carros que habían llegado en la mañana. Al día siguiente varios cientos de soldados mexicanos arribaron para mantener sometida a la población. Manuel M. Diéguez, Esteban B. Calderón y José Ma. Ibarra fueron aprehendidos y sentenciados a sufrir 15 años de prisión en el Castillo de San Juan de Ulúa, en tanto que muchos otros fueron encerrados en las cárceles de Sonora.



[1] Tomado de Maldonado, Edelmiro, Breve historia del movimiento obrero. Nuevo León. Sin editorial, 1977.

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