El general Álvaro Obregón tenía fama de bromista y dicharachero. Hacía bromas de todo tipo, algunas muy negras, como aquella que una vez hizo sobre el cadáver del sonorense Francisco Serrano, que en otra ocasión comentaremos. Ni él mismo escapaba a la acidez de su humor.
Conocida es aquella expresión de que los mexicanos podían confiar en él más que en ningún otro político, pues al carecer de la mano que le fue arrancada en la batalla de Celaya, él robaba menos que los demás. “Yo soy más honrado, tengo sólo una mano”, así puede resumirse el concepto de honradez expresado por el oriundo de Huatabampo.
Menos conocida es la historia que contaba el propio Obregón, sobre la manera en que fue encontrado el brazo que fue cercenado por un cañonazo villista, en la batalla celayense, que definió el rumbo de la Revolución Mexicana. Contaba el propio general que el brazo había quedado enterrado en un montón de escombros, sus ayudantes lo buscaban sin encontrarlo (quién sabe si para rapiñarle los anillos, o para rendir a aquel brazo los mismos honores patrios que le fueron dispensados a la pierna de Santa Ana). Como removían escombros y el brazo no aparecía, el propio Obregón les indicó como encontrarlo: “Avienten una moneda de oro al aire”, les dijo a sus desesperados oficiales. Así hicieron. Entonces el brazo salió como relámpago en pos de la preciosa moneda, cayendo al suelo con el puño apretando la moneda.
Sirva esta breve digresión histórica para que este tecleador emita una recontrapropuesta sobre el asunto del cobro de la tenencia vehicular en Sonora. Se llama así, recontrapropuesta, porque antes hubo una propuesta, de parte del diputado Javier Neblina, que fue contestada con una contrapropuesta, de parte del diputado Carlos Navarro (el del PRD, no el del PAN).
Propuso Javier Neblina que, si eran tan machitos, los diputados que dicen oponerse al cobro de tenencia acepten reducirse el sueldo a la mitad, para contribuir con ello al ahorro de recursos públicos. Entonces Carlos Navarro contrapropuso que se bajaran a la mitad los sueldos de los funcionarios de los tres poderes, empezando con Guillermo Padrés, el gober gravoso.
A juicio de este tecleador ambas ideas, la propuesta de Neblina y la contrapropuesta de Navarro, se quedan cortas. Lo que hay que hacer es cortarles una mano a todos los funcionarios, de los tres poderes, de los tres niveles de gobierno. En eso consiste la recontrapropuesta: con una mano menos, robarán menos. El general Obregón, desde su tumba en el Monumento a la Revolución, aplaude a rabiar esta recontrapropuesta (en dado caso de que los muertos pudieran aplaudir, sobre todo aquellos con una sola mano).
Si nos ahorramos la mitad de lo que se roban, nos ahorraremos más que con la mitad de su sueldo. Pongamos sólo un ejemplo: El primer año del programa, los uniformes escolares “gratuitos” fueron pagados a un precio no menor a $380.00 pesos cada uno. En otra entidad federativa, los mismos uniformes (pero incluyendo sueter, que aquí en Sonora no se necesita) costaron $150.00 pesos. Eso quiere decir que, por cada uniforme, se pagó un sobreprecio no menor a $230.00 pesos. Multiplique Ud. ese número por medio millón de uniformes y tendrá una idea del tamaño del robo, del tamaño de la voracidad gobernante.
Cortarles una mano, esa es la recontrapropuesta. Desde el Gober Gravoso hasta el último regidor, pasando por diputados, ministerios públicos, y hasta chotas armados con alcoholímetro o pistola de robar, perdón, de radar. Testigo de que esto sí funciona es el general Obregón, que aquí en Sonora tiene bronces por doquier.
Martín Vélez
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