Hace muchos años, un joven
español atravesó los Pirineos huyendo de las hordas franquistas; parece que
querían ayudarle a morir antes de tiempo, como le ayudaron a Federico García
Lorca, y a tantos otros quienes juntos formaban lo mejor de España.
Eso mejorcito que pudo salvarse
de la ayuda mortal de Franco vino a México. Pero ese joven en particular vino a
Sonora, junto con algunos otros librepensadores, entre los que debe recordarse
a Francisco Mallart Vallverdu, que
llegaría a ser, este último, puntal de
la masonería sonorense, partidario de la economía en las palabras, a la que
defendía con esta frase: “es muy fácil
hablar, lo difícil es decir algo”.
Así eran aquellos españoles que
cruzaron los Pirineos, navegaron el Atlántico y atravesaron el Altiplano
mexicano, para venir a echar raíces el desierto sonorense. Desierto que arbolaron con su talento, como
Emiliana de Zubeldía, quien no plantó familia; o lo arbolaron como
emprendedores de negocios que con el tiempo han llegado a formar parte de la
identidad sonorense. Ese es el caso de la familia Laso, una de cuyas ramas,
particularmente María Antonieta Laso, se formó entre la corriente nacional de
empresarios que, convencidos de que el modelo económico actual, defendido e
impulsado por el PRI y por el PAN, es ruinoso para la economía mexicana, dieron
su apoyo a la campaña de Andrés Manuel López Obrador.
Médica de profesión, pero metida
de lleno en la cadena hotelera familiar, María Antonieta estableció un compromiso
estrecho con el proyecto transformador
de López Obrador. Para apoyar ese proyecto quiso, y logró, la
candidatura a la presidencia municipal de Hermosillo, abanderando a PRD y PT.
Frente al grosero derroche de los partidos tradicionales, la Dra. Laso realizó
una campaña muy digna, que alcanzó para que doce mil hermosillenses cruzaran la
papeleta electoral en los recuadros que contenían su nombre. Habrá a quienes esta cantidad parezca baja,
quizá poco meritoria; acaso no recordarán que en las votaciones municipales de
2009, la elección inmediata anterior, entre los dos partidos que ahora se
sirvieron del trabajo de la empresaria
hotelera, apenas lograron juntar cinco mil votos. Concretamente, con respecto a
la campaña anterior, la doctora Laso le incrementó la votación al PT en 52%;
pero al PRD la votación se la hizo crecer al 285% ¡Casi al triple de 2009! Estos
son los fríos números que helarán la cara de quienes pretendan demeritar lo
logrado por María Antonieta Laso.
Porque ahora llegó la hora del
reparto de lo logrado. Y lo logrado alcanza para que la izquierda esté
representada en el cabildo municipal. Pero ahora, desde el interior del PRD se
le regatea la regiduría que María Antonieta Laso logró para sus siglas. Se la
regatean aquellos que, cuando era el momento de nombrar candidato(a), en lugar
de levantar la mano, escondieron la cabeza entre los hombros. No se sintieron
con los tamaños para dar la cara ante los electores, articulando una propuesta
mínimamente coherente. En la hora de la luz y el color, se sintieron grises;
pero ahora llegó su hora.
En esta hora los grises están
reunidos, discuten quién de ellos debe quedarse con los vales de gasolina que
se le asignan al regidor(a). Esa es su estatura. Los avalan otros que en este
lance demostrarán de qué color pintan. Porque está en manos de Carlos Navarro,
de René Noriega, de Reinaldo Millán, si despojarán a María Antonieta Laso de lo
que legítimamente le corresponde. Demostrarán si, en esta hora, ellos también
son grises defendiendo la grisura.
Martín Vélez
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