jueves, 30 de julio de 2009

Sin proyecto y sin rumbo ni destino

Antonio Hernández M.

La llegada Miguel de la Madrid a la presidencia y el robo de Salinas a Cuauhtémoc Cárdenas con la complicidad de los dirigentes panistas que lo aceptaron a cambio de que se legitimara en el ejercicio del poder, en vez de exigir la anulación de las elecciones como lo pedía la oposición que los incluía, facilitó el cambio de modelo político y económico que ha mantenido a México durante 27 años en el atraso.

La responsabilidad la tienen el ahora bien recordado, gracias a la escasa memoria, Carlos Castillo Peraza; el ¨honorable¨, también por mala memoria, Luis H. Álvarez, y ¨La Ardilla¨, a quien no se requiere calificar porque todo mundo sabe lo que es, Diego Fernández de Cevallos, quienes además presionaron a Clouthier para que lo aceptara, quien murió al poco tiempo en un extraño accidente y como empresario no quería saber nada de izquierdas sino como cabeza del empresariado hacerse del poder político para sumarlo al económico que ya tenían, inició en México el modelo que poco después presentaría Salinas como liberalismo social, que encubría al neoliberalismo que se pudo instalar fácilmente por lo que se puede leer en la página del lic. Héctor Rodríguez Espinoza, donde se mantiene como uno de dos ¨Recordatorios perennes¨ el siguiente:

¨El 5 de febrero de 1924, el secretario de estado de EU, Robert Lansing, envió una carta al periodista J.C. Hearst, en relación a la campaña de su cadena de periódicos para poner en la presidencia de México a un estadounidense y terminar la revolución. Apuntó que la estrategia para someter a México no era la intervención ni la violencia armadas. Ese procedimiento "tendría un costo muy elevado y destruiría muchas propiedades extranjeras". A los Estados Unidos les convenía, en consecuencia, intentar la virtud de la paciencia y seguir otro camino:¨

"... México es un país extraordinariamente fácil de dominar, porque basta con controlar a un solo hombre: el presidente. Tenemos que abandonar la idea de poner en la presidencia mexicana a un ciudadano americano, ya que esto llevaría otra vez a la guerra. La solución necesita de más tiempo: debemos abrirles a los jóvenes mexicanos ambiciosos las puertas de nuestras universidades y hacer el esfuerzo de educarlos en el modo de vida americano, en nuestros valores y en el respeto al liderazgo de Estados Unidos. México necesitará de administradores competentes. Con el tiempo, esos jóvenes llegarán a ocupar puestos importantes y eventualmente se adueñarán de la presidencia. Sin necesidad de que Estados Unidos gaste un centavo o dispare un tiro, harán lo que queremos. Y lo harán mejor y más radicalmente que nosotros”.

http://www.hectorrodriguezespinoza.com/

Luego del sexenio de López Portillo, el último presidente que dirigió al país con base en los postulados de la Revolución, de la Madrid fue la cabeza de playa que plantó Salinas para primero descalificarlo, y luego instalar el que al amparo de una falsa modernidad y TLC puso fin a los ideales plasmados en la Constitución de 1917, luego de una lucha armada que costó la vida a un millón de mexicanos, y consiguió la paz y el desarrollo estabilizador, donde crecimos más del 6 por ciento anual, hasta que los poderes internacionales y los gobiernos de Echeverría y Jolopo crearon desórdenes económicos que intencionalmente agravó de la Madrid para justificar el nuevo modelo. No me lo contaron, lo viví y me consta cómo se hizo, así como a los mexicanos de este tiempo les consta el ambiente de criminalidad que se padece.

Así, un modelo útil por decenios, al que agotó más que nada la corrupciónpriístas, sin que incluso muchos de sus postulados nunca llegaran ni a ponerse en vigor, se hizo a un lado con el apoyo también de ellos, quienes antes de perder el hueso prefirieron abandonar lo que dijeran eran sus ideales aunque en realidad estuvieran más cercanos al PAN, pues muchos políticos acababan empresarios, insertándonos en el modelo que cuestionaba a las ideologías y la vigencia de los estados, donde supuestamente el mercado debía imperar porque su intervención regulaba el reparto de la riqueza que fluiría de arriba a abajo, lo que por supuesto era y sigue siendo una gran mentira, que aún ahora con los resultados mundiales a la vista se insiste en negar.

En ello está la esencia de lo que ocurre actualmente, pues el cambio desplazo de la dirección del gobierno a los políticos y dio entrada a los tecnócratas, individuos según eso expertos en teorías económicas pero desconocedores de la historia de la humanidad, de sus luchas y avances, como los obtenidos por la Revolución Francesa en 1869, a la que siguió la mexicana de 1910, la rusa de 1917 y la cubana de 1959, todas fundamentadas en principios filosóficos que le dieron base a la civilización, iba a escribir actual pero no es correcto, sino a la de hasta antes del neoliberalismo, porque a lo que vivimos que privilegia las ganancias económicas que han traído el crimen en todas sus formas y la pérdida por el respeto a la vida, no se le puede llamar así.

De esa forma ya no se necesitó ningún conocimiento histórico, ni sentimiento de patria o nacionalidad, ni mucho menos el afán de servir para dirigir al país, como demostraron los primeros panistas que llegando al poder en Baja California, se aumentaron sus percepciones dizque para no robar, lo que tampoco ha sido cierto, necesitándose eso si, como lo exige la búsqueda de la riqueza como único fin, la falta de escrúpulos que trae una depredación a la que nada importa la solidaridad, lo que le pase a los demás, la miseria de los muchos si ellos están bien, tan acentuada que alcanza proporciones de suicidio, pues son incapaces de imaginar que tarde o temprano vendrá una reacción, aunque cómo escribió Luis Linares Zapata el pasado miércoles en La Jornada, ni aún viendo cómo están las cosas dejan de atosigar a Calderón para que lleve a cabo las llamadas reformas estructurales, que les habrán de dar más beneficios en perjuicio de las mayorías.

Con ello se perdió un modelo basado en un proyecto que tenía rumbo y destino, aunque fuera utópico y hasta mentiroso, porque nunca se hizo lo suficiente para alcanzar el sueño, que eso son las utopías, sueños que se buscan y aunque no se alcancen sirven para acicatear el esfuerzo, para luchar por un propósito que tiene objetivos, metas dignas de alcanzar con un plan que las identifica y medios para lograrlas, como proponía el nacionalismo revolucionario, que se cambió no por algo mejor sino por nada.

La idea de abordar este tema me la dio ¨Sin visión de futuro¨, artículo de José Luis Reyna en Milenio del 27 de julio, periodista independiente que por lo mismo se ha confrontado algunas veces con Ciro Gómez Leyva, que adjunto para complementar el presente con algunos antecedentes de por qué el país se encuentra como está, y al desarrollarlo me recordó un libro de apenas 80 páginas, que se analizó en un programa de televisión y compré para mi hijo, ¨Un plan de vida para jóvenes¨, de Editorial Poder, escrito por Luis Castañeda, empresario y conferencista internacional con más de 60 libros de superación personal, y a quien se considera uno de los más prolíficos autores de habla hispana.

Al localizarlo no necesité más que leer su contraportada para adquirirlo, pues en ella dice: ¨Si no sabes a dónde vas (como tantos hermosillenses que sin rumbo en sus vehículos nos estorban a quienes si sabemos hacía dónde nos dirigimos),cualquier lugar es tu destino. Hoy, muchos jóvenes viven sin rumbo. Algunos por azar, recorren un camino que los lleva a un mundo deseable. Los más desperdician su vida al caminar por un sendero que los conduce al fracaso¨.

Así ha ido México bajo el mandato de los panuchos (los panistas son quienes mantienen sus ideales, cada vez menos, individuos e ideales), pues olvidando o ignorando las lecciones de la historia, más lo segundo que lo primero, Fox se entregó a la iglesia, a la que ya le había abierto la puerta Salinas modificando el 130 constitucional, y a los Estados Unidos, creyendo que por la linda cara de la ¨pareja presidencial¨, harían a un lado su divisa de que no tienen amigos sino intereses, acabando por hacer bueno lo que escribió Lansing en 1924, pues desde la llegada de los neoliberales y la firma del TLC se hizo a un lado la poca independencia que teníamos para aumentar el depender del imperio yanqui.

¡Qué trabajar para ellos!, me dije un día ante las revisiones en Querobabi,¡qué manera de servirles!, pensé, al ver las modernas instalaciones y a los soldados revisar sólo para que los ciudadanos mexicanos de segunda, buscaran impedir que lleguen a ellos las drogas que con gusto se meten los ciudadanos de primera del imperio, y más cuando al pasar al otro lado se tienen que soportar largas esperas por igual motivo.

En la obra que cito hay una parte que se refiere a que para que una meta lo sea tiene que reunir ciertos requisitos: Debe estar por escrito; ser específica, sin ambigüedades que provoquen una mala interpretación; medible para saber si se cumple o no; realizable y explicable de cómo se logrará, pues no vale la pena sino resulta hasta negativa una meta improbable de cumplir porque podría echar a perder un proyecto de vida.

Y si es importante que los jóvenes construyan sus vidas forjándose con visión un proyecto que les dé rumbo y lleve a un destino deseado, cómo es posible que este país no tenga ni proyecto, ni rumbo ni destino, pero peor aún, que haya tantos que no lo entiendan.

Hermosillo, Son, julio 30 de 2009.

anthdez83@hotmail.com

Sin visión de futuro

Acentos

Por José Luis Reyna

2009-07-27

El gobierno mexicano actúa en función de las circunstancias, sin una visión de futuro. Puede revisarse la agenda nacional y el desempeño gubernamental y no se encuentra por ningún lado proyecto alguno que defina una acción concreta de corto o mediano plazo. Nuestros gobernantes son miopes. México no tiene un proyecto de nación que implique, al menos, una definición mínima de metas y un trazo, aunque fuese tenue, de objetivos por lograr. La alternancia ha resultado un fracaso. Sin ánimos nostálgicos, el panismo ha resultado peor que el priismo. Bastaron nueve años de gobiernos panistas para concluir que México se encuentra peor que antes del año 2000. Cuestión de revisar cualquier indicador: desempleo, desigualdad, concentración del ingreso, violencia generalizada y aislamiento internacional.

El PRI perfeccionó una cultura política basada en el autoritarismo, la impunidad, el corporativismo y la corrupción, entre otras cosas. Garantizó, empero, la estabilidad política de un sistema que el tiempo se encargó de desgastar y de deslegitimar. Hizo de cada uno de esos atributos un monopolio que la alternancia no pudo abolir. Por el contrario, las integró como herencia inevitable. Lo anterior se hizo evidente cuando el abanderado del cambio recayó en una persona tan limitada como lo es, no como fue, Vicente Fox. Una de nuestras desgracias nacionales. La democracia mexicana está preñada de la cultura priista, por lo que difícilmente puede hablarse de una democracia verdadera. No se niegan algunos avances, pero es imposible dejar de consignar que en muchos sentidos estamos como antes: dentro de la estructura política del viejo régimen.

Puede afirmarse incluso que la corrupción ha sido objeto de mayor sofisticación en los últimos años. Revísense los informes de la Auditoría Superior de la Federación para comprobar lo anterior. Las irregularidades brotan por montón desde el año 2000. Revísese el desempeño de la “pareja presidencial” que se adueñó del país en su beneficio propio, ignorando a la colectividad. Acéptese que el panismo ha gobernado sin brújula y, en el mejor de los casos, al “botepronto”. Ahí está como ejemplo la sucesión de la dirigencia panista, que ha encontrado una corriente opositora porque reproduce las formas del pasado, tan acremente criticadas por los demócratas del PAN, como Castillo Peraza o Luis H. Álvarez, para poner un par de ejemplos de personajes emblemáticos de ese partido político.

Calderón es un priista renovado. Es un panista reloaded. Quiere “dedear” y, en consecuencia designar, sin la fuerza que tuvieron sus homólogos priistas. Faltan tres años para que concluya este mandato presidencial. La única obsesión es la sucesión presidencial que se convertirá en un campo de batalla. Un PAN menguado y disminuido intentando mantenerse en el poder. Un PRI resucitado que intentará colocar, como es su uso y costumbre, al mejor de sus hombres que, según ellos, es el gobernador del Estado de México. Personaje limitado que, pese a su juventud, reúne lo peor de las viejas formas del priismo. No olvidar que su mentor es un personaje sombrío de apellido Montiel.

Llama la atención que Beatriz Paredes, presidenta del PRI y tal vez uno de los mejores cuadros de ese vetusto instituto político, afirme que “Peña Nieto es un orgullo para el PRI” (MILENIO Diario, 29/VI/09). Su afirmación no está a la altura de su inteligencia. La degrada. Si desea continuar al frente de un partido que salió robustecido en la coyuntura electoral del 5 de julio, tendrá que aprender a deslindarse de personajes como el gobernador mexiquense, que es excelente ejemplo de un producto mediático-televisivo.

El país está desmembrado. Una administración presidencial disminuida porque al frente de ella se encuentra una persona que habla mucho pero hace poco; no es líder. Calderón no tiene una visión de futuro. Tenemos una izquierda (la del PRD) que con el paso del tiempo se hunde más, pues su peor enemigo es la misma izquierda. Y un PRI que, sobre todas las cosas, tiene como objetivo recuperar la Presidencia de este país, en particular ahora que está ensoberbecido por los resultados de la elección intermedia del pasado 5 de julio.

El sistema político mexicano ha perdido operatividad: negociar, pactar, acordar. La alternancia, que no la democracia, trajo una forma de hacer política en la que se impone sin negociar. Como siempre. La alternancia ha resultado más autoritaria que en los tiempos del priismo clásico. Por eso es que no tenemos un proyecto claro de nación. El país está cerca de la ingobernabilidad. El desempleo, la desigualdad y la violencia se encargan de sustentar la afirmación. La sociedad mexicana tiene que tener un futuro menos incierto. Ojalá Calderón se dé cuenta de ello y proponga, en lo mínimo, un proyecto que conduzca a una mínima certidumbre: que explicite su visión de futuro.

jreyna@colmex.mx

http://impreso.milenio.com/node/8614629

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