Miguel Ángel Avilés
COLUMNA “EL DIVÁN”
Debido a la estima que te guardo y preocupado por tu prometedor futuro político, quiero contarte, acá entre nos, lo que mucha gente piensa de ti, pero de antemano te pediré una cosa: no les creas.
Dicen de ti que tu capital ha sido un libro abierto y que la gobernatura te sirvió para aumentar exponencialmente tu riqueza y la de tu familia. Pero no les creas.
También dicen que fue un nepotismo ruin y un descaro el haber impuesto a tu hermano Ricardo al frente del programa Impulsor sin darle tan siquiera el nombramiento de funcionario público para que se viera obligado a rendir cuentas. Es más: dicen que en el fondo el que gobierno en estos años fue él y no tú, Eduardo ¿Cómo la ves?, pero como te digo, son habladas las que andan diciendo, así es que no les creas nada. No mas falta que digan que él y tú tenían serias diferencias a la hora de gobernar.
Comentan además que el Plan Sonora Proyecta es en verdad una gran inversión, pero para ti y tus allegados: los constructores sobre todo. Mira nomás hasta donde llega el pensar de la gente: que el bienestar de Sonora que proclaman es la cortina del verdadero negocio que hay detrás de todo eso. Fíjate nomás, ¿Qué ingrata es la gente verdad?, pero insisto: tú tranquilo, no les creas nada.
Han llegado a decir incluso que esa fama de enriquecimiento familiar sólo es un distractor porque tú eres una persona muy humilde pero en realidad eres un líder, que digo líder: un visionario que lo que buscaste siempre fue concientizar a este pueblo Sonorense, y particularmente hermosillense despolitizado. De ahí que hayas dejado correr el rumor, porque era un rumor nomás ¿verdad? De derruir, por ejemplo, el internado Cruz Gálvez para crear un negocio propiedad del empresario Coppel, el cual tiene una relación filial contigo. Lo que en realidad tú querías es que la muchedumbre aletargada, carente de conciencia, de pronto se levantara y ejerciera su ciudadanía en contra de lo que quería hacer con este histórico internado. Ve como se tergiversan las cosas, pero te repito, no les hagas caso, no les creas nada.
Fíjate hasta donde llegan los malintencionados: Han llegado a decir que, debido a tus unilaterales y testaduras decisiones y tu afán de imponer todo en base a la sumisión y no al consenso que demandan las democracias modernas, se te ha volteado el chirrión por el palito y en el fondo tú te estás dando cuenta -un poco tarde- que nada te sale bien, pero ahí está dale que dale dominado por tu porfía hasta el final a pesar de que en los hechos llegas al ocaso de tu sexenio arrastrando la cobija.
Sólo que la gente, dicen, no es tan sumisa como piensan tus asesores a lo que por cierto deberías de llamar a cuentas porque en estos seis años pocas veces dieron pie con bola y que en cada intento por imponer algo que ellos te hubiesen sugerido se te hacia pelotas el engrudo. Bueno, eso dicen acá en el mundo terrenal, abajo, donde está el pueblo alejado del bullicio y de la falsa sociedad. Pero calma, Eduardo, a la chusma no les creas.
A qué grado serán los inventos, Eduardo, que han llegado a decir que lo del redimensionamiento (o sea el montón de recortados al inicio de tu sexenio) tuvo un alto costo para el erario pues casi todos los despedidos fueron reinstalados y que el programa SUBA anunciado con bombo y platillo fue, sigue siendo un rotundo fracaso. ¿Si te acuerda? , la gente, esa que se ha menospreciado, se alzó indignada como hacía mucho tiempo y dio una muestra de lo que es capaz cuando se organiza; ¿si te acuerda? La patrullas ¡las patrullas! Transportando pasajeros y patrullando la ciudad; parecía que estábamos en el medio oriente o que había habido un desastre mayúsculo y que el ejército mexicano no tardaba en poner en práctica el plan DN-III. Pero así es la plebe, le gusta dramatizar, tú por tanto, hazme caso, yo sé lo que te digo: no les creas.
Que tanto les gustará mentir a la muchedumbre que dicen que tú y Beltrones no se pueden ver ni en pintura. ¡Ay la gente, no te digo!, no haya que decir con tal de llamar la atención y desprestigiarte. Pero no les creas.
Y es que si les crees, al rato van a empezar a decir que la remoción de inmuebles o de parques que intentaste no tenían un propósito sano sino de mero negocio. Y eso si ya sería el colmo. Por eso, te ruego, no les creas.
Hay una tiránica minoría que anda diciendo, por ejemplo, que lo del proyecto musas ni será propiamente cultural ni guarda un interés cultural. Mira nomás hasta donde llegan. Que porque no lo planearon para otro lugar que no dañara ese parque, que justamente lo hicieron allí para darle una mayor plusvalía a los terrenos aledaños cuyo dueño es no sé quién. Mira pues en las frivolidades que se fijan. Por eso le digo: las críticas a de venir de gente rústica que lo mucho a de saber pasearse en un caballo y hasta ahí. Por eso, mándalos lo más lejos posible, y nos les creas nada.
Que les importa a ellos si tú casi no estuviste o no estuviste en los festivales de mayor importancia cultural Sonorense y preferiste mandar a un representante. Haz mutis y como si no los oyeras, no les creas nada.
Hablan nomás por hablar como si no hubiéramos visto tu basto interés por la cultura.
Dicen incluso que te aferraste con la candidatura de Alfonso Elías, el mentado vaquero, con tal de no dar tu brazo a torcer y que ahora pasarás a la historia como el primer Gobernador del PRI que pierde una elección en Sonora.
Que de plano, dicen, parecías un panista infiltrado pues tu actitud política, en los hechos no hacía más que ayudar electoralmente al blanquiazul.
Que estos cinco años y cacho de artificio mediático, se hicieron añicos de un derrepente y que poco o nada queda de esa imagen de perdonavidas que te construyeron tus voceros.
Ve nomás la gente, lo que se pone a inventar.
Que este desencanto popular, estás andanadas ciudadanas y chistoretes hacia tu gobierno a un respiro de que todo acabe, se parece mucho a la estela de abucheos que vivió Carlos Salinas al concluir su presidencia.
Yo la verdad no lo creo, por eso te pido que tu también hagas lo mismo: tampoco les creas.
No mas falta que crean eso de que tu familia tiene acaparadas las concesiones de las guarderías del IMSS en el Estado.
¡Que infamia!
Es que la gente seguramente esta prejuiciada y no han entendido la misión de líder que a ti los dioses te han encomendado.
Fíjate hasta donde llegan las taras populares que ni se creyeron los piropos y los cumplidos que han dirigido miles y miles de gente a través de tanto desplegado. Ve, por eso te digo, no les creas, Eduardo.
Tanto ha sido el encono inmerecido hacia ti que hasta la famosa frase aquella en la cual advertiste que ibas a quitar a patadas las piedritas que te ponían en el camino, lo tomaron a la letra como una amenaza cuando seguramente tú te expresaba metafóricamente citando a algún pensador o algún estadista o algún poeta del siglo de oro.
Eso ya es el colmo, la ignominia, la degradación, el descrédito injusto. Qué pena. Pero mantente firme, estoico: no les creas nada y repite conmigo: casi nadie por encima de la ley.
Lo que pasa es que ellos, ignorantes al fin, no entienden que tu origen silvestre mezclado con tu carrera empresarial trae consigo un hibrido discurso, un innovador discurso, un excelso discurso, un egregio discurso que los únicos capaces de explicar y entender tan personal vocabulario serían los estudios de la sociolingüística.
Será muy, muy difícil que algún simple mundano entienda tu cariz de vaquero rudo, testarudo, francote, bronco, echado pa’delante, silvestre: el cruce del análisis lingüístico con los factores sociales que lo determinan que trae como consecuencia tu hábito comunicativo con tus gobernados que ya poniéndonos muy exigente, Eduardo, pudieran insultar mucho más que las llamadas malas palabras.
Mira cómo serán de exagerados: ahora resulta que también te están echando en cara tu reciente declaración en el sentido de que dormías como un bebé. Andan diciendo por ahí que eso ya fue el colmo del cinismo y que, en el contexto de la tragedia de la guardería, esta confesión era un humor muy negro de tu parte.
Pero que caray: si le estoy pidiendo que no le haga caso a esta multitud habladora, pues a mi menos. Quien soy yo para opinar desde este Diván sobre tu persona y en sí, sobre tu estilo personal de gobernar que te caracterizó durante estos años.
A lo mucho, yo sólo quería sumarme al montón de inserciones o desplegados que aparecen publicados en tu auxilio.
Pero para que y sobre todo de dónde. Mejor prosigue tu camino, no te quiebres y mantente entero, imperturbable, como hasta ahora lo has hecho aunque ya tu cara se parezca a la cara actual de José José. Y que digan lo que quieran: Tú, mi estimadísimo Eduardo, no les creas nada. Aunque todo, todito lo que dicen de ti sea rotundamente cierto...
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