Por Federico Arreola
06 de Julio, 2009 - 00:23
La propaganda del PAN pedía a la gente, con insistencia, votar por el partido de Felipe Calderón, el "presidente" que sí combate a los narcos, para de esa forma dar la espalda a los delincuentes, es decir, a los priistas.
Este domingo supimos que la gente confía más en los delincuentes que en el risible Eliot Ness de Los Pinos.
Desde luego, si los ciudadanos de México votaron mayoritariamente por los bandidos de toda la vida hay que atribuirlo, sin duda, a la desesperación provocada por el peor gobierno que se recuerde.
Ha sido simplemente pésima la administración calderonista. No hay empleos, los precios suben, las fábricas cierran, el turismo se acabó, el peso se ha devaluado, la inseguridad en las calles es más terrible que nunca, la corrupción de los funcionarios públicos ha crecido, el número de pobres se ha elevado...
Puesta a escoger entre los facinerosos del PRI y los "buenos" panistas que han provocado el desastre que hoy es México, la gente optó sin vacilar por los forajidos.
La otra gran disputa, la que se ha dado al interior de la izquierda, se resolvió en contra de los socialistas "modernos" y "ejemplares" que los medios de comunicación han pretendido, durante años, elevar a la categoría de héroes simplemente porque decidieron combatir al principal enemigo de los mexicanos "decentes", Andrés Manuel López Obrador.
AMLO logró su propósito: que dos partidos que se han mantenido leales a su movimiento, el PT y Convergencia, conserven su registro, de tal modo de que queden listos para participar en las elecciones presidenciales de 2012.
Y, por supuesto, El Peje logró mucho más que eso: demostró en Iztapalapa, una de las zonas más pobladas de México, que tiene una enorme fuerza política.
De la nada, López Obrador llevó a Rafael Acosta, "Juanito", no solo a ganar las elecciones para jefe delegacional de Iztapalapa, sino que convirtió a este hombre, hasta hace dos semanas un perfecto desconocido, en una de las figuras más populares del país.
En Iztapalapa, AMLO aplastó a los chuchos. Y en el resto del país, el PRD chucho, tan elogiado por los medios durante tres años, obtuvo la peor votación de su historia.
De hecho, lo poco que el PRD ganó, en el Distrito Federal casi todo, fue conseguido por candidatos que en la Cámara de Diputados serán leales a López Obrador y no a los dirigentes de Nueva Izquierda (los prescindibles Jesús Ortega, Jesús Zambrano, Carlos Navarrete y Guadalupe Acosta Naranjo).
Es decir, los chuchos en estas elecciones no consiguieron nada, excepto ir a dar directo y sin escalas al basurero comicial.
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