martes, 14 de octubre de 2008

Cuando se robaron nuestro futuro - René Drucker Colín

Los de mi generación, cuando éramos .chavos. en los 50.s y 60.s, 
atisbábamos las esperanzas de un buen futuro para nosotros. El país, con 
todo y sus problemas y carencias (quizás como los de cualquier otro país), 
se percibía como un sitio donde había oportunidades y donde con trabajo, 
esfuerzo y perseverancia había amplios espacios para construirse un futuro 
digno, siempre entendiendo que el país ha sido uno de grandes inequidades 
sociales. Hubo a mediados del siglo pasado visiones de que éstas se irían 
disminuyendo con el tiempo y se fue construyendo, a mi juicio, la imagen 
entre nosotros de que México era un país de amplio porvenir. Llegó el 
sismo político del 68 y luego el sismo telúrico de 85, donde pudimos ver 
cómo un pueblo entero se une para enfrentar las catástrofes políticas y 
las catástrofes naturales. Los mexicanos solidarios están por doquier. 
Desde luego, también están los traidores. Éstos llegaron después y se 
unieron a los que ya estaban y se juntaron para crear la catástrofe 
económica. Ésta se gestó al proponerse, desarrollarse, y finalmente 
concretar el Tratado de Libre Comercio (TLC), con el cual se selló el fin 
de la soberanía nacional y el futuro de la gran mayoría de mexicanos. 

El TLC se concretó sin la más mínima gestión preventiva, orientada a 
preparar al sector productivo nacional. Desde luego, esos tiempos 
conjuntaron todos los elementos para concretar lo que se ha dado en llamar 
la globalización, donde países como el nuestro éramos el aire que sostenía 
el globo, para que en él se pasearan triunfantes, en primer lugar, Estados 
Unidos y los demás países del llamado primer mundo. 

Y dije sostenía porque hoy día parece que el globo ha sufrido una 
aparatosísima caída que ha causado, y parece que seguirá causando, muchos 
fallecimientos. Desde luego, dentro de estos últimos habrá muchos más 
mexicanos que se sumarán a los que ya existían, que eran todos aquellos 
que habían sufrido las terribles ineficacias y las mentiras sobre el TLC, 
pues trabajo digno y bien remunerado casi no hay. 

Además de que a partir del TLC el número de pobres en nuestro país ha 
aumentado en niveles no solamente preocupantes, sino inaceptables, tenemos 
el enorme problema de la obesidad en la población, con 40 por ciento de la 
población en sobrepeso y 30 por ciento de plano en la obesidad, y por otro 
lado tenemos a 20 por ciento de los niños en edad escolar con anemia. 

Pero esto no debería sorprendernos si durante un programa infantil de una 
hora se transmiten 17 anuncios de alimentos no recomendables. La 
publicidad dirigida a niños es de cereales previamente endulzados que 
contienen entre 20-40 por ciento de su peso en azúcar y el resto es harina 
refinada y alimentos con altos contenidos de grasas y sal, como las 
hamburguesas y pollos fritos. La responsabilidad de que esto ya no se 
permita es de la clase política y de los medios de comunicación, cuya 
voracidad económica rebasa por mucho el interés público. Resulta, pues, 
que hoy día, en lugar de tener una población juvenil con grandes 
esperanzas, tenemos una con sobrepeso y a algunos con anemia. Para 
rematar, hay pocas oportunidades de empleo real, pues aparte de que no 
existe un cúmulo importante de empresas exitosas en nuestro país que pueda 
garantizar empleo, la educación está gravemente herida, pues, no sólo no 
tenemos una educación de calidad, sino que la que hay es insuficiente, 
pues la oferta educativa, sobre todo a nivel universitario, es 
deficitaria. 

Pasamos en el 76, con López Portillo, de un supuesto periodo de jauja 
financiera a la crisis del 94 con Zedillo, a la ineptitud total a partir 
de 2000 con Fox y el PAN, y la casi entrega absoluta de nuestra soberanía, 
que ahora se quiere reforzar más aún con la propuesta de Calderón en lo 
referente al petróleo. 

Si bien es cierto que hoy el entramado económico es de tal magnitud y que 
las relaciones están tan entretejidas que hacen casi imposible no resentir 
o ser afectado por el tsunami económico que se originó en Estados Unidos, 
yo me pregunto si no sería útil repensar la estrategia económica de la 
nación e impulsar la economía interna, planeando que se fortalezcan las 
empresas netamente mexicanas, asegurando que tengan base tecnológica, 
impulsando y modernizando la actividad agropecuaria; asimismo pensar en 
impulsar la riqueza marina que se tiene, habiendo 3 mil y tantos 
kilómetros de costas, también aprovechar el hecho de que en este país, que 
tiene muchos días de sol, se impulse el desarrollo de la energía solar, 
con desarrollos de científicos y empresas mexicanas. 

Yo estoy seguro que si éstas y otras muchas oportunidades grandes y 
pequeñas que tenemos se aprovecharan el futuro que nos robaron desde hace 
tiempo, quizás se podría recuperar. El problema es que junto con esto 
habría que recomponer a la clase política y eso sí que se ve inalcanzable, 
casi tan inalcanzable como tener una buena selección de futbol.

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