Por Esteban Martínez Díaz
Las crisis económica por lo que está atravesando Estados Unidos, ha puesto en estado de alerta a todos los países del mundo que se sienten afectados por la quiebra financiera de la mayoría de las más importantes empresas financieras y lo que pudiera ser el derrumbe del imperio político y financiero más importante del mundo.
Solamente un antecedente se registra superior en los anales de los EEUU. Fue en la gran depresión de 1929, que hundió en la miseria al pueblo trabajador y los millonarios tuvieron que hacer cola en los puestos en los que se repartía comida caliente a los millones de desamparados. Algunos optaron por el suicidio.
Fue Franklin Delano Roosevelt el encargado de devolver al plano de solvencia económica a su país, al llegar a la presidencia en 1932 por primera vez. El discapacitado político fue electo en cuatro ocasiones para la Casa Blanca. Murió en abril de 1945, después de haber llevado a las fuerzas aliadas a la victoria en la Segunda Guerra Mundial.
¿Cuál fue el secreto de Roosevelt para sacar de la crisis a su nación, llevándola a ser la más rica y poderosa de la tierra?
Sencillamente dispuso la realización de obras más importantes que haya emprendido jamás nuestro vecino. Utilizó la reserva federal de miles de miles de millones de dólares para hacer presas, construir caminos, llevar a efecto trabajos de electrificación, agua potable, escuelas, hospitales. Con esto, creó millones de empleos y dio suficientes ingresos a la clase media y menesterosa para su rehabilitación. Movió el tesoro federal y lo hizo circulante en dos vértices: proporcionar mejores condiciones de vida a sus compatriotas y hacer que el dinero llegara sus bolsillos, al través de trabajos bien remunerados.
La crisis de ahora es una clara repetición de lo que sucedió entonces. Las grandes empresas norteamericanas recurrieron a todos los sistemas reprobables para endeudar a la ciudadanía, sin darle trabajo que les permitiera ingresos suficientes, además de aumentar los intereses de los financiamientos, en una clara tendencia de agiotistas.
Los bancos, aseguradoras y otras compañías financieras, se enriquecieron hasta la locura, mientras que las deudas del pueblo norteamericano crecían, hasta crear una enorme cartera vencida, que ponía en peligro de quiebra a las compañías, lo que realmente sucedió, siendo necesaria la intervención del gobierno de Bush. Se pretende comprar la deuda en más de 700 mil millones de dólares, para salvar a las empresas y a millones de norteamericanos que usan estos servicios.
El único inconveniente es que esta enorme cantidad de billetes verdes, tendrá que ser a cargo de los contribuyentes y los grandes negocios que estuvieron en peligro, continuarán funcionando bajo nuevas normas y la dirección del gobierno. No se sabe si este dinero volverá a las arcas federales, una vez que las empresas se repongan, que de hecho lo estarán, supuesto que el gobierno de Bush pagará la deuda vencida, si es que el congreso federal aprueba el plan presidencial.
La maniobra de Bush fue un claro Fobaproa, pero en inglés. Se tomará el recurso para sacar del problema a las instituciones financieras de los impuestos pagados por los norteamericanos. Estarán boyantes. Estarán sólidas. Y podrán operar y así lo harán nada más que bajo la supervisión del gobierno de EEUU, algo que no sucedió en México, donde se sacó a los bancos de la ruina, y la administración de Zedillo se hizo cargo de cubrir los compromisos de los hombres y empresas más ricas del país, a plazos, lo que está sucediendo todavía, cuando ya se pusieron en manos de la iniciativa privada exterior a la banca, que alguna vez presumió de mexicana.
Ampliando la explicación, podemos decir que la cartera vencida de los empresarios, ricos, poderosos, fue pagada con cargo a los mexicanos. Es decir, fueron saneadas sus finanzas y siguieron operando en la práctica del agio sin misericordia, hasta que, finalmente, con la autorización de Fox, se vendieron los bancos a consorcios internacionales, de tal manera que hoy los que fueron bancos de mexicanos, están en manos de españoles, franceses, norteamericanos y canadienses. Es decir, estamos secuestrados por intereses económicos internacionales. Nada es nuestro y, posiblemente, el petróleo tampoco lo será, si nos descuidamos.
Como se podrá observar, la solución del problema estadounidense está por resolverse. El gobierno de Bush ha puesto el grito en cielo ante la posible desestabilización de su administración, e inmediatamente se puso en marcha una operación de compra de la deuda de más de 700 mil millones de dólares de parte del gobierno. La cámara de representantes y el senado, los partidos Demócrata y Republicano, con sus respectivos abanderado Obama y McCain, junto con la Casa Blanca, analizan el asunto y buscan la aprobación del rescate financiero, sin perjudicar a los ciudadanos de aquel país.
En la medida que pasa el tiempo, se acerca del momento de que se tome la determinación, por nuestro gobierno, de un nuevo Fobaproa, ante la inmensa cartera vencida que están presentando los bancos en la división de tarjetas de crédito.
Más de 20 millones de tarjetas de crédito, también llamado dinero plástico, circulan en el país. Las avorazadas instituciones bancarias las han repartido como arroz, dándose el caso de personas que tienen hasta 8 tarjetas, con altos límites de crédito, lo que ha propiciado un endeudamiento progresivo, hasta que se llega el momento en que se deja de pagar en los plazos y cantidades establecidas.
Es entonces cuando empiezan las penalidades y los cobros de altos intereses, más intereses sobre los mismos, en una multiplicidad de cargos que hacen imposible la liquidación del adeudo, hundiendo en la miseria y en la necesidad a millones de familia, que se ven expuestos a perder sus bienes materiales más preciados y la provisión de alimentos, educación, vivienda, presentándose la desarticulación familiar y el sufrimiento y la desdicha.
Si calculamos un promedio de cinco miembros por familia, encontramos que la casi totalidad de nuestros compatriotas están confrontando esta seria dificultad. Es decir, si Pitágoras no miente, podemos estimar en 90 millones los afectados con los sinsabores de las tarjetas de crédito, directa o indirectamente.
En estas condiciones, la única ayuda que les puede brindar el gobierno de Felipe Calderón es el establecimiento de un nuevo Fobaproa, para que los bancos se hagan cargo de la cartera vencida, saldar todas estas cuentas con cargo a las enormes utilidades que han obtenido de esta línea de crédito, que va más allá del 30 por ciento de sus ganancias, ya que las instituciones dan preferencia a esta manera fácil de hacer dinero, desentendiéndose de créditos en obras de beneficio público.
No queda otra salida y no hay otra opción. Los gringos nos están mostrando el camino que ya hemos recorrido, pero a favor de los pudientes. Ahora es el mismo recorrido en ayuda de la clase media y de los pobres, claramente explotados por intereses económicos internacionales, creando riquezas para extranjeros que se han apoderado, prácticamente, de la nación.
El polvo se empieza a levantar. Ya se han formado frentes en defensa de las tarjetas habientes. Es claro que este movimiento crecerá y tendrá repercusiones de serias consecuencias.
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