Porfirio Muñoz Ledo
Diálogo sorprendente y fraternal entre “socialistas del extranjero” en la sede del Partido Francés durante la convención que hoy concluye en París. El dato central, orientador del debate que me correspondió animar: somos la única región en que las izquierdas ganamos las elecciones y, en contraste con Europa, aquella en la que desafiamos de modo frontal el dogma neoliberal.
El conocimiento del escenario político latinoamericano corresponde a la baja prioridad que hoy nos conceden: la última, junto con Oceanía, según documentos de la UE. Fue necesario explicar que, de las 12 últimas elecciones, en 11 la votación se ha inclinado hacia la izquierda, incluyendo las de México. Sea que los ciudadanos escogieron entre dos opciones progresistas, que el perdedor se ubicase más a la derecha o que haya ganado un movimiento socialista. Los temores sobre el neopopulismo son, en principio, eurocentristas. Más que la aparición de modelos políticos distintos a la democracia liberal, hay preocupación por las expropiaciones. Sin embargo, los más consecuentes abogaron por que el socialismo occidental se pronuncie contra políticas neocoloniales. Surgió así la anomalía del gobierno español, que se ha convertido en el consultor privilegiado y en la correa de transmisión de las decisiones europeas hacia América Latina. Su alianza con nuestras derechas en los 90 y su descarada intervención a favor de las transnacionales peninsulares lo colocan en las antípodas de una política socialista.Acordamos que se impone una visión plural y auténtica de la izquierda europea sobre el resto del mundo. A ello podrían servir los vínculos entre los nuevos actores de la globalización: las relaciones entre partidos, parlamentarios, autoridades locales, sindicatos, fundaciones, redes intelectuales y ONG. Propusimos que no se excluyera a los altermundistas, que construyen su tejido con feroz independencia.François Hollande afirmó que los socialistas franceses son cada vez más europeos, pues la derecha retoma la vía nacionalista, se ha tornado proteccionista y desdeña las doctrinas “liberales”. Comenté que nos gustaría verlos “más socialistas”, centrados en la distribución del ingreso y en la recuperación del internacionalismo, que es la entraña del pensamiento de izquierda. Nos deben una concepción propia de la política mundial y una alternativa creíble al Consenso de Washington. De nuestra parte, el empeño es generar una estructura programática y ensanchar nuestra base social, a despecho de las burocracias partidarias, del colaboracionismo y del electoralismo miope.Atrajeron la atención las políticas de frentes, que aglutinan partidos y movimientos, así como los avances de la democracia directa en Latinoamérica, donde los regímenes presidenciales exigen alianzas para alcanzar mayorías. Demandan, asimismo, consultas populares para legitimar liderazgos consistentes y reformas profundas. Coincidimos en la búsqueda de una “república ciudadana” y en la urgencia de un “discurso fuerte, inequívoco y al nivel de la calle”. También en que la democratización de los medios es “condición misma de la supervivencia democrática”.Nuestro objetivo: recuperar los valores, las instituciones y las libertades públicas y el combate a fondo contra la “ultrajante concentración del poder y la riqueza”. La batalla en México por la soberanía y a favor de un nuevo balance energético mundial merece la simpatía socialista. Tanto como las posibilidades que ofrece la muy probable victoria de lo que a justo título podemos llamar la izquierda en EU.La emergencia de la ciudadanía en la toma de decisiones es el mejor antídoto contra una concepción jerárquica de la sociedad. Ello requiere determinaciones irrevocables contra las transacciones copulares que pervierten el régimen representativo. Todo mandato democrático debe ser “controlable, revocable y auditable”. Tal es la única solución posible al drama mexicano y al de todo país sometido a un gobierno ilegítimo, incompetente y postizo. No quepa duda que la suspensión constitucional del encargo de Calderón sería una sonada victoria de la democracia.
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